lunes, 5 de diciembre de 2011

para no herir sentimientos



A veces tengo que tragarme
palabras para no herir
sentimientos,
 tengo que escuchar
una y otra vez
la misma cantinela,
mostrando a cada instante
inusitado asombro y novedad,
 para no herir sentimientos.

A veces, los momentos
me superan,
la perplejidad me devora,
y me parte en dos
la piedad
ante la realidad cotidiana
de lo razonable,
pero tengo que sonreir
para no herir sentimientos.

Hoy necesito gritar,
gritar que no estoy hecha
de hormigón armao,
que las palabras me queman,
que los oídos me queman,
que la sonrisa me quema,
que efectivamente,
nada resulta inamovible,
pues lo caótico y
lo pronosticado,
caminan siempre de la mano.

La vida, es un contínuo
recomponer de cristales rotos,
y a veces, somos desbocados
quijotes frente a molinos, 
 otras, expectadores subrealistas, 
cual magno cuadro de Dalí.



Antes que nada, y una vez más, quiero daros millonazos de gracias por vuestro cariño, por tantísima energía positiva y tantos ánimos que me habéis mandao... que os digo, me han llegao al alma y bien que me han ayudao a levantar ese ánimo que a veces las circunstancias se empeñan en hundir, aún cuando no lo consigan... poco a poco superando problemas, vuelvo a publicar... !esta vez un poema, y es que en todo este tiempo he escrito sobretodo poemas!, y no me lo explico, pues me resulta muchísimo más fácil expresarme en prosa que en versos... pero en fín, me salieron versos, muchos versos. No obstante, volveré al redil y la próxima entrada será en prosa, un relato sobre un tal Matusalem Jimenez... 
Besotes gordos a tod@s,



jueves, 6 de octubre de 2011

en misa y repicando



No tengo consciencia de haber estado triste de pequeña, sino más bien todo lo contrario, y si cierro los ojos y miro hacía atrás, mis recuerdos siempre son alegres, sencillos, felices... lo más remoto que puedo recordar con cierta nitidez son mis primeros años de colegio, perfectamente me veo con mi uniforme de tablitas, mis coletas, mis zapatitos gorila, y una cartera de plástico con dibujitos, donde apenas llevaba un lápiz, una goma, un sacapuntas y un cuaderno... no se necesitaba más. Tenía cinco años cuando comencé a ir al colegio, y recuerdo perfectamente mi primer día y a mi maestra: Dª Matilde.
Por aquel entonces los colegios tenían jornadas de mañana y de tarde, clases grandes con pupitres marrones, y ventanales al patio, y el de mi colegio, era realmente enorme, con adelfas, con pinos, con eucaliptos, que luego, en una relación inversamente proporcional a mi crecimiento, mermaron -no en altura, sino en cantidad-, y lo hacían (mermar), porque cada año construían nuevas aulas, en detrimento siempre del patio, que de un señor patio pasó a don patio, y finalmente se quedó en patio a secas.
En aquella época de infancia escolar comíamos todos en casa, en el salón, en torno a la mesa y al televisor -en blanco y negro-, e igualmente, cenábamos todos juntos... recuerdo los muebles, el empapelado de flores de la pared, a mis amigas de entonces, las calles del barrio, el cine de los domingos...
Llegó la adolescencia y la inseguridad, mis primeros tacones, el tonteo con los chicos, la pandilla, el viaje fin de curso a Mallorca que hicimos al terminar el bachiller, que era la primera vez que yo salía de viaje fuera de Andalucía, la primera vez que me montaba en un barco, la primera vez que salía del entorno materno-familiar... y aún con la adolescencia a cuestas, no recuerdo tristeza, sino vida sencilla, sin tanta inmediatez de todo, sin aceleración, muy ilusionante, sobretodo ilusionante... por hacerme mayor, por entrar en la universidad, por descubrir.
Recuerdo mi primer novio, mi primer beso, mi primer cotillón de fín de año, la primera vez que fuí a votar en unas elecciones...
Ultimamente sin embargo me siento triste, respiro tristeza y hasta puedo saludarla "bonjour tristesse", como la Cécile de Françoise Sagan, y quizás por eso me afano en hacer trabajar a la memoria y volver a los recuerdos de mi niñez, de mi juventud, a los dulces recuerdos de entonces, para compensar el trago amargo de estar viviendo la separación de mis padres tras cincuenta años de matrimonio !que se dice pronto!, sí, quizás sea por eso que me aferro a los recuerdos, y así estoy, aquí y allá, tal como el refrán: en misa y repicando.
Me viene al pelo una canción de Luz Casal, "entre mis recuerdos", Luz, expresa lo que siento perfectamente, con esa gran sensibilidad que ella tiene y que transmiten sus canciones
...Para encontrar la niña que fuí, y algo de todo lo que perdí, miro hacía atrás y busco entre mis recuerdos... Yo quisiera, volver a encontrar la pureza, nostalgia de tanta inocencia, que tan poco tiempo duró...  Con el veneno sobre mi piel, frente a las sombras de la pared, miro hacía atrás y busco entre mis recuerdos... Y si las lágrimas vuelven, ellas me harán más fuerte...

www.youtube.com/watch?v=oZujQyGD94s


Mil besitos gordos

jueves, 14 de julio de 2011

y por si éramos pocos, parió la abuela



- ¿Alguna duda?, preguntó Mercedes, la monitora del taller literario que el Ayuntamiento, en un arranque de manifiesto desafío institucional al refranero, había promovido en cada Distrito.

- No, contestamos al unísono la clase.

- Pues entonces, el jueves espero me traigáis folios en blanco llenos de pensamientos.

Mercedes, nos había mandado el siguiente ejercicio: sentaos delante de un folio en blanco, y empezad a escribir de continúo, sin parar, todas las ideas y pensamientos que os vayan viniendo a la mente, dejando que fluyan las palabras hasta el final del folio, -o hasta donde ya no os fluyan más ideas ni palabras-.
En realidad el ejercicio, salió al comentar aquel chascarrillo popular -o refrán consuetudinario-, que al parecer dijo con pesar el gran Alberti a unos amigos: "Puerto de Santa María, más de cuatrocientos bares y una sola librería"... y eh voilà!, Mercedes nos propuso como ejercicio escribir sin parar frente a un folio en blanco sobre el refrán, lo que nos inspiraba y lo que sentíamos al escucharlo; luego, se ve que se lo pensó mejor y terminó arrepintiéndose, porque ya se sabe, con tantos bares en mente, cualquier cosa puede salir de pensamiento, obra u omisión, así que prudente ella, decidió le escribiéramos al folio en blanco pero sin frase predeterminada de por medio. 

Querido folio en blanco, mi profesora del taller literario me ha mandado que te escriba sin parar, dejando que me fluyan las ideas... yo, que he terminado por aborrecer los deberes de tanto estar encima de los de mis hijas, y ahora fíjate, haciéndolos, si es que folio, por si no éramos pocos, encima pare la abuela, !cachis en la mar!, pero enfín, yo a seguir escribiéndote folio, fluyendo en tí ideas.
Cómo no me conoces, te diré que me llamo Alicia, y que dentro de unos meses cumpliré cuarenta y seis (años, lógicamente), pero oye, que estoy estupenda, nadie me los hecha, y cuando me comparo con el resto de mis compañeras -todas de mi quinta, (año más, año menos)-, no me queda otra que sonreirme a mí misma de purito gusto !pero si parecen mi madre, mi madre, no te digo más folio querido!...
Trabajo en una firma auditora, oye oye, que te estoy viendo el plumero... !oh cielo santo una auditora, me ha tocao en suertes una auditora!, pero tranqui por fa, que los auditores no nos comemos a la gente cruda, !y menos a los folios en blanco!, si al menos tuvieras cuentas o test de deterioro, todavía me lo pensaba, pero en blanco, no hijo no, mejor me como otra cosa. 
Por cierto, me gusta el chocolate negro y los helados, te digo ésto porque estábamos en lo de comer... y cómo tonta, me gusta el jamoncito serrano del bueno, los langostinos de Sanlucar (ya sabes, esos enormísimos Pedro Romero), los espetos de sardinas, las cañaillas, la tortilla de patatas, el salmorejo y las croquetas de gambas de mi madre, !y a quien no!, !qué delicias!, y más, si te las tomas en buena compañía... y con una copita de manzanilla fresquita, un Rioja suavecito, o un cava, ¿a que sí?, !pues claro!.
Tengo dos hijas folio, una morena y una rubia, como don Hilarión en la verbena de La Paloma, castiza que es una, y hablando de verbenas, me encanta la música, cantar y bailar, !y leer, y escribir, y el cine, y el teatro, y viajar, y ...el mar, no se me puede quedar en el tintero el mar, porque podría pasarme las horas mirando al mar!, la mer, la mer toujours recommencée que decía Paul Valery.
Estudio francés, que sí, que ya sé que me vas a decir que soy pava, y que si no me he enterao que hoy el idioma del mundo es el inglés, pero qué quieres que te diga folio en blanco de mi alma, de cuando en cuando, resulta que me gusta ir a contracorriente: todo el mundo estudiando inglés, y yo, francés, ya ves tú.
Oye folio, mira, ya apenas me queda espacio, estoy lo que se dice a nada de terminar el ejercicio, y francamente, me ha gustao: me ha gustao conocerte y fluirte, y ahora, velay, hasta me siento bien folio !lo que son las cosas!, pero es que de verdad, me siento bien, ¿será por haber llegao al final, o será por haberte vomitao tó ésto?, uyuyuy, no sé, no sé.

Acabado el ejercicio del folio, escrito entero por una y otra carilla, Alicia dejó el boli, dobló su folio y lo guardó en la carpeta, se levantó de la mesa satisfecha, casi feliz, aunque le ronroneaba en la cabeza aquello del ¿porqué será?, ¿acaso era la soledad?, ¿era ella una mujer sola en medio del gentío?... pero, como no le apetecía en este preciso momento meterse en ninguna camisa de once varas, corrió un tupido velo a sus pensamientos, y después de echarle un vistazo a la calle desde la ventana, se dirigió a su cocina: tenía que empezar a preparar la cena y las patatas con habas y chocos del almuerzo de mañana.




Ya tocan las vacaciones, por eso este blog cierra, dejaré de publicar hasta septiembre... no dejaré de leeros !eso nunca!, ni dejaré de haceros comentarios, y tanto a los de aquí, como a los amig@s del otro lado de la mar oceana, os deseo que de vacaciones o no, disfrutéis, gocéis, viváis y seáis felices a más no poder.
Millonazo de besitos mu gordotes... y como hoy es 14 de julio y nobleza obliga, Liberté, Égalité, Fraternité: !Vive la France! 

lunes, 27 de junio de 2011

el increíble caso de las tres y media de la tarde (continuación)



Lo primero que Marcelo Escamilla ordenó a su enfermera una vez habían acabado con el último de los pacientes, fue tranquilidad, mucha tranquilidad; lo segundo, una copa de brandy, de güisqui, de ginebra... no hizo falta que siguiera, pues antes de que continuara enumerando bebidas, ya Lola le servía presta un vaso con dos deditos de güisqui, al que por supuesto acompañó con otro similar, ambos, como si les hubieran dado cuerda, automáticamente se los tomaron de un trago.
Acto seguido, con la dignidad que lo caracterizaba, el doctor Escamilla se puso en pie, y andando de un lado a otro de la consulta, con su voz atildada y melodiosa, comenzó a decir -hablando para ambos y en voz algo alta para su costumbre-, que no tenían porque desatarse los nervios, pues todo en la vida tiene una explicación y ésto no podía ser menos, además, que al fin y al cabo él era psiquiatra, y Lola llevaba en ese puesto 25 años, y por muchos casos de cambios de cabezas, no por eso iban a perder la compostura, así que ante todo, serenidad y aplomo, y con esta premisa irían los dos a Dirección y le contarían al Gerente que no habían parado de recibir pacientes con cabezas de animales desde las tres y media de la tarde.
Calmados y sin preámbulos, le soltaron de sopetón al Gerente, que extrañamente no habían parado de recibir pacientes que creían tener no sus cabezas de siempre, sino cabezas de animales: de ovejas, jabalíes, caballos, jirafas, perros, avestruces... El Gerente, que no daba crédito a lo que oía, no tuvo otra reacción que la de reírse a carcajadas, !a ver, qué iba a hacer el hombre con tales explicaciones de gente con cabeza de oveja, de jabalí o de caballo de carreras!, y eso que Marcelo y Lola se habían callado adrede al de la cabeza de toro, por aquello de los cuernos, los chistecillos fáciles, e incluso las susceptibilidades.
Y las carcajadas que no parecían amainar, ni el doctor Escamilla ni Lola Domínguez conseguían hacerle entender que se trataba de algo anormal y grave, eso desde luego, pues en su dilatada vida profesional jamás se habían tropezado con algo así, ni tan siquiera parecido, y que la solución del análisis de sangre y orina que provisionalmente habían tenido que darle a aquellos pacientes, comprometía no solo a psiquiatría, sino también a la Gerencia, a Dirección y a la clínica misma.
Pero nada, no había forma de que el Gerente dejara de reírse a carcajadas, ante lo cual, Marcelo y Lola rendidos, y sin cintura con la que encajar pase torero alguno, optaron por darse media vuelta y salir del despacho dejándolo como caso perdido. Por el pasillo, aun cuando se alejaban, seguían oyendo las risas del Gerente, en el ascensor, oían las risas del Gerente, y hasta en el hall de entrada de la clínica, se escuchaban las carcajadas de aquel Gerente. Solo fuera y en dirección al aparcamiento, dejaron de oír las sonoras carcajadas del Gerente.
Era tarde, por lo que doctor y enfermera decidieron irse cada cual para su casa, no sin antes convenir que no contarían nada de lo ocurrido a sus respectivos marido y esposa, y que esperarían al día siguiente a que los acontecimientos dieran la cara.
La noche obviamente fue densa, no pudieron pegar ojo ni uno ni otra, y mudos, sin contar nada a sus respectivos, la pasaron en blanco dando vueltas en la cama, y sin dejar de pensar en aquellos increíbles casos que les sucedían desde las tres y media de la tarde del día anterior, por eso, cuando sonó el reloj a eso de las ocho de la mañana, ambos salieron disparados para la clínica.
Al llegar, no notaron nada raro ni especial, cada quien parecía estar a lo suyo, Alex en su mesita de la entrada ojeando el periódico, Marta, en el mostrador con las llamadas y Cati, pasando la mopa y regando las plantas del pasillo. Ninguna llamada de la Dirección, ni de la prensa, ni del Colegio de Médicos, ni del Gerente, que suponían habría dejado ya de reír, incluso las consultas que estaban atendiendo esa mañana eran sumamente normales para una unidad de psiquiatría: un caso de depresión, otro de trastorno de personalidad con delirium tremens, y un maníaco exhibicionista... el doctor Escamilla, ni siquiera quería sacar a colación los increíbles casos de ayer desde las tres y media de la tarde, no fuera a ser que de nuevo se produjera la catarsis, y una sucesión de personas con cabezas de animales desfilara otra vez por su consulta, no obstante, al ver que la jornada se desarrollaba con rutinaria normalidad, decidió que a la hora del almuerzo lo comentaría con Lola, porque, a lo mejor sólo había sido un mal sueño de ellos, o de él solo, y esta idea liberadora, calaba más y más en su ánimo y en su persona.
En esas estaba, cada vez más relajao y a diez minutos de cerrar citas para irse a almorzar, cuando sonó una llamada por el interfono que decía:

- Doctor, ¿que hago con los resultados de los trece análisis de sangre y orina que mando usted ayer urgentes?.

Marcelo Escamilla se quedó banco como una tiza blanca, sin capacidad de responder, y mientras, al otro lado del interfono solo oyeron de respuesta el grito desgarrado de alguien que decía

- !Nooooooooooooo!

.... en el cristal de la ventana de la consulta de psiquiatría, se reflejaba un doctor, con su traje oscuro y su corbata clara como corresponde a un psiquiatra, con su flor en el ojal para transmitir relax y armonía a los pacientes, como asimismo corresponde a un psiquiatra, y por cabeza, una muy enorme taza de café humeante...(claro que pensandolo bien, también muy convenientemente, como correspondía a un psiquiatra)



Fin

lunes, 20 de junio de 2011

el increíble caso de las tres y media de la tarde



Llevaban todo el día así y no parecía que la cosa fuera a decaer, sino más bien todo lo contrario, por lo que el Dr. Escamilla, su enfermera Lola Domínguez y Alex, el guapísimo celador de la unidad de psiquiatría, ya no sabían qué hacer. Al principio, pensaron en una simple coincidencia, pero, que dos pacientes seguidos se presentaran contando lo mismo, daba que pensar, claro que, al repetirse una y otra vez la misma historia en los siguientes, la cosa ya pasaba de castaño a oscuro.
¿Qué está ocurriendo? se preguntaban atónitos, no podía ser una de esas extrañas casualidades de la vida, ni tampoco parecía una especie de juego o cadena colosal del estilo lie usted a su psiquiatra y pase la bola al siguiente, además, los pacientes salvo por ésto de verse cabezas de animales, regían perfectamente, sin manifestar ningún otro signo de no estar en sus cabales.
Alex, fue el primero en dejar caer lo de ¿y no habrán cogido un virus?, pero Lola, con sus más de veinticinco años de experiencia, atajó de inmediato:
!imposible!, no hay virus que pueda hacer que la gente vea animales en cuerpos de personas como si fuera la cosa más normal del mundo... y atónitos, contemplaban sin saber qué pensar ni que decir de tan increíble caso, en todos y cada uno de la lista de pacientes de la clínica, desde las tres y media de la tarde.

- Buenas tardes doctor, verá, esta mañana, me desperté al lado de mi marido, Ramón, 40 años, moreno, ojos azules, desayunamos juntos y él se fue a su trabajo, al Ayuntamiento, con su traje azul, su camisa de rayitas grises y su corbata roja bermellón, pues bien, cuando volvió del trabajo a las cinco y media de la tarde era él, seguía siendo él, pero ahora tiene la cabeza de un jabalí, por no decir que yo, me miro al espejo y soy yo, Montse, sigo siendo yo, la Montse, solo que ahora tengo la cabeza de una oveja: ¿qué me está pasando doctor?

Doctor y enfermera se miraban desconcertados sin decir palabra por unos instantes, hasta que liquidaban el asunto con un "tendremos que estudiar su caso y hacerles una prueba a usted y a su marido, y cuando tengamos los resultados, le pondremos la adecuada medicación. De momento, tómese la vida relajadamente y no se preocupe por nada"

- Buenas doctor, mire, no sé cómo decirle, pero es que ahora mi jefe tiene cabeza de caballo de carreras, y verá doctor, ¿se ha dado cuenta que tengo cabeza de jirafa?, y no es que me importe demasiado, pues siempre me gustaron las jirafas, pero ¿usted ve ésto normal?. Mi vecino, esta tarde salió de su casa con su uniforme y cabeza de perro pachón, o terrier, no sé, es que no distingo bien a los perros, pero el caso es que él se fue, y su mujer, que salió poco después con el niño para llevarlo a las clases de judo, tenía cabeza de avestruz, y el niño de pez... ¿cómo puede un pachón o un terrier y una avestruz tener un niño pez?, yo creo sinceramente que esto no es muy normal, doctor, ¿usted qué cree?

Y, otra vez atónitos y ciertamente desesperados ya con tanto cambio identitario de cabezas, volvían al desconcierto de mirarse mudos, y a la carga de "no se preocupe de nada señora, todo tiene explicación, pero en su momento, por lo pronto, vamos a hacerle unas pruebas, pero tranquila, relájese y tómese la vida sin sobresaltos",
mientras le extendían, -como a los demás-, el volante con la prescripción de un análisis de sangre y de orina, lo único que se les ocurrió ante los extraños casos que estaban atendiendo desde las tres y media de la tarde.


lo continuo en la siguiente entrada

domingo, 5 de junio de 2011

para nadie




Hoy necesito mar,
viento,
graznido de gaviotas
y olor a salitre.
Evaporarme al sol,
diluirme.
Salir de mí,
volver a la inocencia
y perderme
en el azul infinito
del horizonte...
y como la canción,
que el agua y la sal
se me escapen
entre los dedos.
Hoy siento,
que no estoy para nadie


Sigo teniendo problemas con el blog, no sé si es por culpa del blogger, o del servidor, o del google, o de  todos juntos... pero sigo teniendo problemas. Intentaré bandearlos como pueda, y seguir publicando, pese a que el google no me reconozca el perfil...!ay señor!
El poema, lo escribí hace días, al poco de conocer la enfermedad de mi madre. Ya sabeis que en este blog no suelo publicar poemas, para eso está "algo contigo", pero esta vez, he querido publicar el mismo poema en los dos... y si la luna y la niebla fue una entrada que escribí con las entrañas como dice mi amigo Manel (Manel Aljama, del blog el viajero de las letras), este poema está escrito también desde las entrañas.
Muchisimas gracias a tod@s de corazón: gracias por vuestro caríño, por vuestro apoyo y vuestros ánimos, por vuestra comprensión y vuestra generosidad, gracias por vuestra ayuda, qué no sabeis cuanto la necesito... GRACIAS, millonazo de gracias igual que millonazo de besotes, de esos gordotes que siempre os mando.

 

lunes, 23 de mayo de 2011

la luna y la niebla



Cuando mi hermana me lo dijo por teléfono me quedé sin respirar un instante, no me lo esperaba, y aún mucho después sus palabras seguían resonandome machaconas: "mamá tiene demencia senil", -demencia senil- -demencia senil-, y no se me quitaba de la cabeza.
Es cierto que arrastraba desde hacía tiempo manías, pero ¿quien no tiene manías con la edad?, ¿quien no se queda absorta y desorientada, perdiendo la noción del tiempo con setenta y pico años?, ¿quien a esa edad no se le olvidan las cosas?... ! los años no pasan en balde, señores: no pasan en balde!

Recuerdo de niña que mi madre era para mí mi espacio, mi mundo, mi referencia, mi todo. Luego, la vida te va independizando, y vas soltando amarras de esos lazos indelebles y que sin embargo nos siguen uniendo siempre, y aún más allá del siempre.

Recuerdo que me gustaba ir en verano por la mañana temprano a comprar con ella a la plaza, me gustaba -y me gusta-, el sabor especial y único de los mercados, con sus puestos de verduras perfectamente colocadas cual orquesta cromática que extasiaba los sentidos, los puestos de pescao llenos de boquerones, sardinas, mojarritas, jureles, rosadas, calamares... y sus titulares pregonando en alto con gracia y desparpajo " boquerones de La Caleta, mujeres, llevárselos que están vivos", "¿y mis sardinas?, gloria bendita que son hoy mis sardinas", "mojarritas, pijotas, calamares... mira que se salen, vivitos que están mis calamares niña, y baratos, que hoy los tengo casi regalaos"... y así, puesto tras puesto, oyendo el pregón de tanta delicia.

Recuerdo que en el puesto de Tomás mi madre siempre compraba cerezas, y yo, le pedía que me diera dos en ramito para ponérmelas de pendientes. Tomás o su hijo me cogían de la caja dos pares de cerezas gordas y colorás, unidas, y me faltaba tiempo para colocarme un par en cada oreja, y así volvía a casa, con pendientes de cerezas.
Ya en casa, recuerdo me gustaba mirar cómo mi madre colocaba estructuralmente la compra en el frigorífico, la fruta lavada en el frutero, y cómo limpiaba el pescado... hipnóticamente la miraba mientras ella, con suma destreza le quitaba la cabeza y las tripas a los boquerones, en la radio, sonaban aquellas canciones del verano, y poco a poco, el papel de estraza se iba llenando de cabezas decapitadas de boquerones victorianos...

Ahora, me es imposible esbozar todos estos recuerdos de entonces sin sentir ternura y dolor, me invade una profunda tristeza... estoy, como una ballena varada, sola en la playa, esperando a que la luna haga subir la marea, mientras en el horizonte, cae densa la niebla.



lunes, 9 de mayo de 2011

blanca y radiante



doña Matilde

Días antes de la boda ya estaba hecha un flan, los nervios me comían y no me dejaban dormir... como platos los ojos por la noche, Inés.
Lo que más me preocupaba era que aunque yo estaba enamorada de mi novio, tu abuelo, no tenía ni idea de en qué consistía el asunto.

- ¿El asunto?, pregunté yo.

Y mi abuela, se me quedó mirando con cara de póquer y sin responderme, por lo que tuve que insistir:

- ¿Qué asunto, abuela?

- Pues el asunto, qué asunto va a ser Inés, el asunto... lo qué iba a pasar en la noche de bodas una vez estuviéramos los dos solos en la casa.
Que de verdad me dió la risa cuando vi a mi abuela, yo diría que colorá y achoradita perdía, por aquella ignorancia respecto a su noche de bodas... ja,ja,ja,ja, !anda que había que ser pava para no saberlo!, y así se lo solté:

- !Que pava abuela!

- Pava pero pava, me respondió ella... una auténtica pavita de Nochebuena, hija.

Las dos nos reímos bastante, y, tras ésta complicidad, seguí indagando:

- ¿Y cómo te enteraste... de lo del asunto?

- Por doña Matilde; menos mal que vino a verme la tarde del día antes de la boda para traerme el espigo, ya sabes, el regalo, y ella fue quien me lo dijo.
Doña Matilde había sido mi maestra desde chica, yo le tenía un enorme cariño, mucho respeto, y hasta diría que incluso veneración, !qué gran maestra que era, Inés!, !cuánta ternura y cuánto tesón enseñando a leer!, y !cómo se le alegraba la cara cuando preguntaba algo en la clase, y todas levantábamos la mano porque lo sabíamos!.

Yo notaba a mi abuela muy emocionada mientras recordaba a su maestra, tanto, que no sé en que momento me cogió la mano, y así, con mi mano entre las suyas permanecí escuchándola... sus manos, aquellas manos huesudas y arrugadas pero cálidas siempre, aquellas manos que todas las Semanas Santas me hacían pestiños y torrijas y por las navidades, patitos de mazapán.
Y estaba mi abuela contándome lo de su maestra, cuando de pronto me llamó mi madre: "Inés, baja por favor", yo le contesté con un "ahora voy mamá" mirando hacía la puerta, pero al volver la vista hacía donde estaba mi abuela, ella ya no estaba, con esa habilidad que solo pueden tener los difuntos, mi abuela había desaparecido. No se porqué, pero instintivamente, me llevé a la nariz la mano que hasta hacía un instante había estado junto a las de ella, y mi mano, olía a canela, a aceite, a cáscara de limón, a matalauva y ajonjolí...

!Ummmmm, olía a mi abuela!.


* Fragmento de "La abuela Teresa"



sábado, 30 de abril de 2011

de mal en peor



Justo hace ya un año escribí este triste relato ¿os acordáis?...

El día uno de mayo la había levantado a las tantonas, no en vano era fiesta, y por consiguiente, podía remolonear en la cama hasta bien entrada la mañana... los pajarillos, piaban en una sinfonía alegre y desaforada tan diferente a esa de cláxones y automóviles que eran su despertar el resto de días laborables, !qué chulada despertarse a su amor, con los haces de luz filtrándose por las rendijas de las persianas y los pájaros con su alegre piar!, qué chulada, pensaba Isa mientras se giraba en la cama acurrucándose como un ovillo a la almohada...
Menuda manera de celebrar el día del trabajo -le vino de pronto a la cabeza con ironía-, pues las últimas cifras del paro eran angustiosas y alarmantes y alcanzaban ya al 20% de la población. Este pensamiento, detuvo su vagabundeo y la levantó de la cama: cogió su bata y se fue a la cocina con el libro que estaba leyendo y que dejó en la mesilla de noche antes de acostarse.
Mientras ponía la cafetera y se preparaba la tostada, pensaba en que no le apetecía en absoluto bajar al portal a coger de su buzón el periódico que estaría allí, como todos los días, esperándola... imaginaba que en la portada estarían Zapatero y Rajoy, y Fernández Toxo y Cándido Méndez, y la tradicional manifestación del 1 de mayo, e inmediatamente, decidió que no iba a dedicarles ni un minuto más de su pensamiento a semejantes dirigentes políticos y sindicales !ya está bien, el 20% de parados era una vergüenza absolutamente insoportable!

Pues he aquí que de entonces a acá, como en el título: de mal en peor, dolorosamente, angustiosamente, dramáticamente, de mal en peor... supongo habréis visto en el telediario la comparecencia del Ministro de Trabajo Valeriano Gómez dando las últimas cifras del paro en España: 4.910.200 !por Dios, que estamos rozando los cinco millones de personas en edad de trabajar, con necesidad de trabajar, que quieren trabajar, y no tienen dónde!, son casi cinco millones de dramas con nombre y apellidos, y estoy segura, que cada uno de vosotr@s conoce de cerca más de una de estas situaciones, a más de un drama con nombre y apellidos.
Y ante esta tesitura tan negra: ¿qué celebraremos mañana?, y ¿con qué esperanzas afrontaremos el futuro?


sábado, 16 de abril de 2011

matarile, rile, rile


Cuando yo era chica, recuerdo que jugaba a juegos hoy perdidos, y digo perdidos porque mis hijas (la siguiente generación), ya no los han jugado.
Los juegos de entonces siempre eran en la calle, al aire libre, y siempre en común, lo que forzaba -necesariamente- la interacción de todas las niñas y niños de la plaza, de la calle, o del entorno próximo del barrio. Uno de aquellos juegos consistía en ponerse en un corro o en una larga fila de a dos, y pasar por entre medias de los otros chiquillos o circundarlos, con las manos en la cintura y en una especie de saleroso paseillo torero a ritmo de cántico, y cantábamos:

¿Dónde están las llaves?
matarile-rile-rile
¿dónde están las llaves?
matarile-rile-ron
chimpón.
En el fondo del mar
matarile-rile-rile,
en el fondo del mar
matarile-rile-ron
chimpón.
¿Y quien bajará por ellas?
matarile-rile-rile
¿y quien bajará por ellas?
matarile-rile-ron
chimpón.
Bajará (Lucía, Victoria, Carmina, Jesús, Luis....
cada quien elegía a la niña o niño que quería que saliera a la
fila o al corro, y comenzaba de nuevo el cántico y el paseillo)


Este recuerdo de mi infancia, que estoy segura que much@s compartiréis, me ha venido a la cabeza al ponerle título al vídeo de esta entrada. Por favor, no dejéis de verlo, porque es tan sencillo hacer las llaves de tu casa, que da angustia pensar lo vendidos que estamos.





Mil besitos gordotes y feliz Semana de Pasión a tod@s

jueves, 7 de abril de 2011

La pradera de los gatos felices (el final)



Nos quedamos en que Trini, después de haber probado sus juguetes eróticos y haberse quitado la venda de los ojos, decide llevar a su amiga Reyes -ama de casa madurita como ella-, a La pradera de los gatos felices


Eran las cinco y media cuando Trini y Reyes, peripuestas, con los bolsos colgados en bandolera y cogidas del brazo, entraron en La pradera de los gatos felices, la tienda en ese momento estaba sin clientela y Mary, aprovechaba el impasse recolocando los artículos eróticos en las estanterías.

En cuanto las vió entrar, lo supuso, -psicología de una vendedora de sex shops, o mera intuición femenina, o ambas cosas a la vez-. Sin embargo, esperó a que Trini, -a la que por supuesto reconoció-, se dirigiera a ella y tomara la palabra. Trini, con desparpajo, de inmediato le presentó a Reyes, resumiéndole en un pis pas la situación: su amiga, como ella, estaba en la inopia misma del sexo, y era no solo de justicia sino también de caridad cristiana, darle una clase de juguetes eróticos, para que Reyes pudiera gozar -igual que ella-, de las solitarias mañanas de una ama de casa... y lo de solitarias mañanas lo dijo adrede con retintín, mientras medio le guiñaba un ojo a Mary, en señal inequívoca de complicidad... a Mary, la escena, que en otro momento y con otras interlocutoras le avivaría la perspicacia, le resultó sin embargo de una ternura casi maternal, y con su natural simpatía remató:


- Pues claro que sí, que siempre hay cosas nuevas por aprender y por descubrir, así que las alumnas, que vengan conmigo.


Y allá que se llevó de turné por cada rinconcillo de la tienda a Trini y a Reyes, que la miraban con ojos como platos, y le hacían preguntas que no sabía catalogar si de increíbles o de alucinantes, pero claro, cincuenta y nueve años eran cincuenta y nueve años, y absolutamente un honor para ella que aquellas dos mujeres que podrían ser su madre, pues eran chispa más o menos de la misma quinta que su madre, estuvieran allí queriendo aprender a disfrutar del sexo con juguetes eróticos; solo le faltó arengarlas con un: !fuera complejos, viva la liberación y el placer!, pero se contuvo y siguió con las explicaciones, sintiendo in crescendo una indudable corriente de simpatía y cariño especial por las dos.

Tras la lección, ambas alumnas salieron de la tienda con sendas bolsas que dejaban entrever la compra de productos de La pradera de los gatos felices.


Las visitas a la tienda, -que siempre eran por las tardes y recién abierta ésta- se hicieron habituales, y de cuando en cuando, las visitas traían compañía, y a la compaña, había que darle también un cursillo acelerao de sexo con juguetes eróticos... la relación de cariño de Mary hacía ellas y viceversa, se fue fortaleciendo y consolidando: eran sus chicas del club, y si transcurrían diez o quince días sin que pasaran por la tienda, Mary se preocupaba y las llamaba a casa, por supuesto, con claves convenidas para que nadie que las oyera pudiera sospechar de qué hablaban ni qué se traían de por medio.


Una tarde de sábado lluviosa, cuando Reyes, Trini, Ana y Paquita entraron a la tienda, se encontraron que en el rinconcito más bonito y coqueto, con letras cursivas en dorado, enmarcado en un cuadro se leía: "el club de las chicas de ayer", y bajo el letrero, colocados en estantes, los juguetes y productos más demandados por ellas, por sus chicas... las cuatro se quedaron boquiabiertas y le preguntaron a Mary que qué era aquello.
Mary, llena de orgullo y satisfacción, les dijo que unas reinonas como ellas, por supuestisimo que merecían tener su propio rincón, un lugar muy especial en la tienda. Las risas no tardaron en aparecer, y con las risas, los abrazos, achuchones, besos, y un unísono gracias Mary que les salió como si orquestado por el mismísimo Barenboim, coral y perfecto, y Mary, con esa sonrisilla maravillosa que siempre les dedicaba, les dijo:


- !Es que no merecéis menos!, y hasta podríamos abrir una página web: el club de las chicas de ayer por internet...


pero esa, será otra historia... otra historia querid@s, otra historia.



lunes, 28 de marzo de 2011

La pradera de los gatos felices (2ª parte)


Nos quedamos en que nuestra Trini descubrió un mundo nuevo en aquella tienda, y que después de una hora y tras las explicaciones de Mary, salió de la pradera de los gatos felices bolsa en mano, evidenciando la compra de productos... eróticos.


Cuando llegó a su casa, guardó celosamente la bolsa de la pradera de los gatos felices, como pirata que guarda un botín fabuloso, y antes que nada, escondió su tesoro muy a buen recaudo de curiosos... !y mira que a ella la curiosidad y el deseo la mataban!, pero no tubo otra que con la rutina y la piedad que dan tantos años de matrimonio, de ama de casa y de madre ejemplar, colocarse su bata, sus zapatillas planas y su delantal de manzanitas rojas y verdes, y, con naturalidad, como si tal cosa, se dispuso a hacer la cena para su marido y sus hijos.
Tras la cena, durante la cena y antes de la cena, su cabecita no hacía más que dar vueltas y vueltas sobrevolando la misma idea: su compra, aquel patito vibrador, las bolas chinas y el pene de látex. Sin embargo no podría probarlos, no sin disponer de la casa solo para ella como en los días laborables, cuando marido e hijos, tras el desayuno, partían a los trabajos y la dejaban a ella más sola que la una, a cuestas con la radio, y lavando, planchando, guisando, fregando... !y era sábado!, !aún tendría que pasar el domingo!... Trini nunca había estado más deseosa de que llegara el lunes.

Y el lunes finalmente llegó. Con la excitación de los nervios y de una conciencia mitad pecaminosa mitad prohibida, pues las mujeres de su edad habían sido educadas no para gozar por sí mismas, sino para estar al goce de sus maridos y ejercer de descanso del guerrero, con un morbo innegable y cosquilleándole los dedos, Trini abrió la bolsa y uno a uno los juguetes, comenzando por aquel pene de látex que con solo mirarlo le levantaba esplendorosamente el deseo.
No se lo pensó dos veces, se desnudó, se metió en la cama con su pene, cerró los ojos, y al ataque... muy pronto comenzó a sentir el dulce goce del sexo, !quien se lo iba a decir, si ya casi lo había olvidado!, si su marido ya ni la tocaba ni mucho menos la deseaba... !ay por Dios, con qué gusto y qué ánimo se levantó de la cama y se fue para el baño a probar el patito!... y el gusto por el sexo, volvió, !vaya que si volvió!.

Relajada como nunca y feliz con los juguetes probados, entró de nuevo a su dormitorio y se quedó mirando aquellas bolas chinas que a simple vista no le decían nada, pero que Mary le explicoteó tanto y tanto, que finalmente compró más por la insistencia que por interés propio. Después de sus dos experiencias anteriores no tenía muchas ganas de más, francamente, pero como solo tenía que colocárselas dentro de la vagina y nada más, pudiendo hacer cualquier cosa con las bolas puestas, se decidió, total, que le costaba... y de menos a más fue agradeciendo los regustillos que las bolas le daban con sus movimientos mientras ella en la cocina, trajinaba con los cacharros... y cuánto más se movía ella, más se movían las bolas, y más gustito... fue un no parar todo el día, un no parar, una gozada que ella no podía ni creer, !cielo santo!, ¿cómo no le habían dicho ésto antes?, y, ¿cómo había podido vivir sin bolas, sin pene de látex y sin patito?, !ay señor, señor!...

Su cambio de ánimo, su vitalidad, su energía y su sonrisa pasaron desapercibidas en su casa, ella, por supuesto, tampoco comentó nada de sus mañanas con los juguetes, sin embargo, desde el primer momento, bien que llamaron la atención de Reyes, su amiga del alma, uña y carne como eran desde la niñez, cuando ambas iban al mismo colegio del barrio... y a Trini, anda que le faltó tiempo para coger a su amiga y llevarla a la pradera de los gatos felices, a ver a Mary, y sus lecciones de sexo para amas de casa perdidas en una vida rutinaria, y que de sexo, sexo, ni mú.

En el taxi, mientras se dirigían a la tienda, cuchicheando por lo bajini para evitar las miradas curiosas del taxista por el espejo retrovisor, Reyes le preguntaba insistentemente a su amiga ¿pero tú estás segura?, ¿estás segura?, y Trini, más segura que nunca, con ojillos traviesos y moviendo la cabeza en un sí, le contestaba: ay Reyes hija, fíjate que en ésto, como que andamos en la inopia tu y yo !que tontas!, !lo que nos hemos perdío!, pero oye, que nunca es tarde si la dicha es buena, así que ya estamos tardando... !a aprender sin perder puntá de ná!, y sus sonoras risillas cómplices invadieron de pronto todo el habitáculo... !ay señor!



...y en breve, os contaré el final...



sábado, 19 de marzo de 2011

La pradera de los gatos felices



A Trini le gustaba el bullicio de las calles del centro de la ciudad especialmente los sábados, pues ya fuera por la mañana o por la tarde, las calles se llenaban a rebosar de gente entrando y saliendo de las tiendas, comprando o mirando, e inundando cual marea humana el espacio comprendido entre Marquina, Ramón y Cajal, San Fernando y Vicente Aleixandre, !con lo que habían protestado los comerciantes a cuentas de la peatonalización, y lo que son las cosas, ahora estaban las calles que no cabía un alfiler, llenísimas de gente y de vida!.


Trinidad Martín Asueros, Trini, ya se había comprado los zapatos para la boda de su sobrino Luis, y paseaba a duras penas entre el bullicio, absorta mirando escaparates, y disfrutando de la espléndida tarde de un sábado cualquiera, cuando de pronto, el nombre de una tienda le llamó poderosamente la atención, "La pradera de los gatos felices". Se aproximó a su minimalista escaparate, en el que solo se exhibía una silla dorada con un llamativo corpiño rojo de encajes negros, y muchos pétalos de rosa esparcidos por todas partes, el singular escaparate, lejos de aplacarle el asombro, le azuzó aún más el deseo de entrar en tienda con nombre tan singular y no menos singular escaparate.

Dentro, un mundo absolutamente ajeno a ella se abrió a sus ojos: lencería llena de sinuosos encajes, penes de todos los tamaños, aparatos que le resultaban absolutamente extraños y que por supuesto no sabía para qué servían, cremas y velitas de mil formas y colores... la dependienta, que debió verla más perdida que un torero en Singapur, se aproximó a ella y amablemente le preguntó qué deseaba.

Y Trini, ama de casa de cincuenta y nueve años y en aquel momento arrastrando inocencia de una niña de seis, le dijo que nunca había estado en una tienda así, y que no sabía para qué servían todas aquellas cosas. Mary, la dependienta, después de presentarse, la cogió del brazo, y con especial cariño le fue explicando cada rincón de la tienda, pasito a pasito, empezando por la lencería y acabando en los juguetes eróticos.

Tras una hora larga, con los ojos haciéndole chiribitas y maquinando travesuras de niña mala, Trini salió de la tienda con una sonrisa de oreja a oreja, y una bolsa que dejaba entrever la compra de varios productos de la pradera de los gatos felices


...continuaré en la siguiente entrada.

jueves, 10 de marzo de 2011

y en el último momento del último día de la liga...



A Darío Sousa, el jugador brasileño más caro que había podido permitirse el mister, dos días después de aquello, le seguía martilleando en la cabeza la película de Roberto Santiago, "el penalti más largo del mundo", quizá justo porque el suyo fuese lo contrario, el penalti más breve del mundo... ironías de la vida, recordaba ahora -después de tanto tiempo de haberlo leído-, casi palabra por palabra del cuento de Osvaldo Soriano en el que se había basado la película, y mira que siempre le había gustado el escritor argentino, pero ahora, ese martilleo de palabras e imágenes en su cabeza, empezaba a hacerle aborrecer el cine, los cuentos y hasta los argentinos.

!Jóder!, apenas un segundo desde el pitido del árbitro y todo se acabó: tras el chute, el fallo, y la alegría del portero y de la afición contraria porque, además de no ser gol, justo en ese mismo instante se acababa el partido... todo se acabó, en un segundo apenas, se acabó, por eso a él le resultaba como inverosímil, algo absolutamente asfixiante. No le cabía duda alguna de que ese siempre sería -no su penalti más breve o más largo-, sino el más amargo, el penalti más amargo del mundo, !ay!, ese con el que pudo llegar al cielo y que sin embargo dejó al equipo en segunda y en desconsuelo.
Once tíos como trinquetes llorando a moco tendido porque en el último momento del último día de la liga, el capitán brasileño del Atlético Villalba, un equipo de barrio modesto, no lo metió... no metió el penalti que tenía que llevarlos a la gloria, y el mundo de pronto, se acabó.
!Cosas del fútbol!


martes, 1 de marzo de 2011

Adiós respeto



¿Donde está el respeto?,
sí, ya se que esta no es una manera muy ortodoxa de empezar una entrada, que eso de lanzar a bocajarro una pregunta así implicaría, cuando menos, un preámbulo siquiera somero para situarse, cierto, perdón pues, pero es que hemos perdido el respeto, lo hemos perdido, esa es exactamente la situación, de una forma consciente o inconsciente le hemos dicho adiós.

Le dijimos adiós en el punto y hora en el que nos instalamos en el relativismo, en ese "todo vale" tan definidor de nuestros días, porque, para esta sociedad nuestra, resulta que todo es relativo y justificable, todo a medias tintas, todo pudiendo ser o no ser según conveniencia, y así nos va, invadiendonos a pasos agigantados la ambiguedad.

¿Qué fue de aquella máxima de que no hay que hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a tí mismo?, o de aquella teoría de los límites y del cumplimiento de las normas, ¿qué fue de ellas?.
Vamos a nuestra bola con un axioma único y simple: primero yo, segundo yo, tercero yo, y los demás que se las habíen (que también puede leerse y a los demás que les den)... triste ¿verdad?.

Ayer lunes 28 de febrero fue el día de Andalucía, por eso muchos andaluces al ser festivo para nosotros hicimos puente, el tiempo además acompañaba, y, he de deciros con desgarro y desánimo infinitos que en estos días del fin de semana-puente, se me ha venido el alma a los pies. He visto a personas tirando latas de cerveza a un riachuelo de montaña, jugando a darle a una piedra saliente, y al decirles que dejaran de hacerlo, que no contaminaran al río, la insólita respuesta fue que a ver donde ponía que no se podían tirar latas, y que si se iban a contaminar los peces por dos gotitas de cerveza.

En la cola de control de acceso a la autopista, literalmente la siguiente escena:
- ¿ qué haces pitandome, porqué me pitas so cabrón?, ahora me voy a mover cuando me salga de los huevos, hijoputa.... y, una cola de coches cada vez mayor esperando a que el señor se colocara muy parsimoniosamente camisa y cinturón y tuviera a bien pasar el peaje, para que los demás pudiéramos pasar también.

Vivo en una calle declarada por el Ayuntamiento Zona Acústica Saturada, pero el restaurante de abajo ha inundado la acera de veladores porque, la cosa está muy mal con la crisis y hay que comer, si los vecinos tienen mucho ruido por la noche, se siente, que se compren tapones.

La hija de mi amiga con dieciséis años y poco, es la segunda vez que interrumpe voluntariamente el embarazo, porque el cuerpo es suyo y a nadie le afecta ni le importa lo que ella haga.

Los nini, esa generación de jóvenes que ni trabajan ni estudian, aumentan estadísticamente día a día, hace apenas unas horas, zapineando, he visto a una de estos nini por la tele, que decía y redecía que no le interesaba lo más mínimo trabajar ni tampoco estudiar, que solo quería vivir la vida, y se justificaba en el ejemplo de una popular famosilla.

Frente a mi cuartilla en blanco y ante tal panorama, no me sale escribir un relato, hoy no, y es que ¿acaso éstos son solo ejemplos aislados?, lamentablemente creo que no.
Vuelvo a lo de antes: ¿y el respeto?, ¿dónde está el respeto a los demás, el respeto a las normas, el respeto al medio ambiente, el respeto a uno mismo?, ¿dónde?.


* La foto es dura, lo sé, pero la he escogido precisamente a posta para eso, para que impacte... nos hemos cargado al respeto.
Mil besitos

domingo, 20 de febrero de 2011

el finde


Ya el jueves andaba tocada, -aunque no hundida-, por eso el viernes me dije !palante!, y con mi dolor de cabeza por montera (y nunca mejor dicho), tiré pa la oficina... los viernes son siempre algo más relajaos que el resto de la semana, pero volví a casa con el mismo dolor de cabeza al que ahora también se sumaban el de espalda, de garganta, y eh voilà, la fiebre: !buen finde faringitis!.
Amoxicilina al canto, cama y reposo... música de grandes pelis alternada con fados y tangos, y tres libros: Contra el Cielo, de Salvador Robles (editorial Paréntesis), Sé tu mismo aunque seas un gilipollas, de Mercedes Pajaron (editorial Tarannà) y Aventuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa (editorial Alfaguara).
Y resulta que entre libros, música, la cama, el sofá, y algunos mimos de mi marido y mis hijas... se ha cocido un finde dulce, muy dulce, !como que no me importarían más faringitis así, oiga!.

Shusssssss, no se lo digáis a nadie, s´il vous plaît.



domingo, 13 de febrero de 2011

¿hasta dónde?



El infierno debe estar solo,
solo y vacío,
pues todos los demonios
conviven con nosotros,
y flota la maldad
a cada paso,
agriando sueños y sonrisas.

¿Hasta dónde se puede
llegar sin traicionarse
a uno mismo?,
¿acaso no es igual
de culpable el que sabe
y calla, calla y otorga?.

Fluye hermosa la vida
entre horizontes
llenos de mentiras,
donde justificamos
conciencias.
Fluye hermosa,
!lástima de belleza
podrida por la avaricia,
por el afán de poder,
por soberbia, por envidia!.

Pero fluye
la vida paso a paso,
entre mentira y demonios,
pues el infierno está solo
y ellos andan con nosotros;
cual personajes de Saramago
nos entró la ceguera,
quizá, de no querer ver,

porque...
¿hasta dónde se puede
llegar sin traicionarse
a uno mismo?


domingo, 6 de febrero de 2011

¿dónde estará mi corona?, preguntaba una Leonor




Tranquila, tranquila, controla los nervios -se decía a sí misma una y otra vez Leticia-, mientras buscaba y rebuscaba por los cajones.

- ¿Pero dónde estará joder, dónde estará la corona?, se oía cada vez con un tono más alto y exasperao, mientras con denuedo miraba aquí y allá.

- !Aquí está, menos mal!, y corona en mano, con la complacencia aún latente del hallazgo, se puso de nuevo a remover los cajones buscando ahora las horquillas.

- A ver, ¿dónde habré puesto las horquillas?... !ay por Dios, solo faltaba que en mitad del acto se me moviera o se me cayera... solo faltaba, joder!

Sintió otro empujón de alivio al coger, de la cajita de las compresas, cuatro o cinco horquillas sueltas, abandonadas allí por ella misma algún día tras la representación.
Y con las horquillas en la boca mientras se colocaba la corona, sujetándola bien, frente a frente al espejo, una Leonor de Aquitania -desafiante y altiva, como procedía-, se daba los últimos toques, respirando a conciencia e intentando tranquilizarse, sobrellevando como podía ese pellizco en el estómago que le acompañaba siempre momentos antes de salir, que no la dejaba en paz, y que jamás había conseguido vencer.
En esas estaba cuando escuchó la voz de Pipe que por los pasillos iba diciendo:
!A escena, a escena!.

De inmediato, en un visto y no visto, se volvió del espejo y salió del pequeño camerino. Mientras andaba hacía el escenario, en vez de ir repasando mentalmente sus diálogos, curiosamente, se puso a pensar que ella no era una gran actriz, que ni siquiera había estudiado para ésto, pero que sin embargo, no podría dejar de ser eso, solo eso, una actriz... el teatro la había atrapado y no podía imaginarse ya nada sin él, pues ¿acaso quizá la vida no era más que puro teatro?

lunes, 31 de enero de 2011

un puñal persigue a Julia (continuación)


Nos quedamos en que Paula seguía creciendo arrastrando suspensos, llamadas y quejas de sus profesores, cambiando de colegio, pero muy querida por sus padres, para quienes era su principesa.


Fue en la adolescencia cuando sus rabietas pasaron a mayores, y de los gritos desaforados tirándose al suelo cuando no conseguía lo que deseaba, pasó a dar patadas a los muebles y las puertas, estrellar lo primero que le venía a mano contra paredes y ventanas, y romper añicos contra el suelo cualquier objeto que tuviera al alcance... y cada nueva rabieta, una vuelta de tuerca más, hasta que sus padres, para que parase, y por no soportar ese comportamiento, cedían, y Paula paraba, conseguía lo que quería, y, hasta la siguiente vez.
Igual le daba montar el espectáculo dentro de casa, que en medio de un restaurante, de una tienda o en plena calle... y cada vez, añadiendo algo más, un poco más, una vuelta más... a los gritos se le sumaron los insultos, !dios santo, cuánto le dolían a ella los insultos de su hija!, !de su propia hija!, su niña... aquella niña suya preciosa que ahora, desafiaba las normas más elementales haciendo en todo momento su santa voluntad.

Cada dos por tres se escapaba del colegio y vagaba sin rumbo por las calles arremetiendo contra todo a su paso. Cuando la encontraban, volvía a la fuerza a casa insultando a voces a diestro y siniestro... !cuantas veces Paula la había llamado hija de puta, o cabrona de mierda, al quitarle un cigarrillo de la boca o simplemente decirle que no pusiera los zapatos en el sofá!, !cuántas veces le había dicho a voces que ojalá se muriera, qué a ver cuando le entraba un cáncer en la cabeza para que la dejara en paz! y Julia, llorando amargamente, se sumía más y más en la desesperación, ¿cómo una criatura podía destilar tanto odio?, se preguntaba una y otra vez, y ya no le cabía en el alma su cantinela: ¿porqué?, ¿cuando se truncó todo para siempre?, ¿que era lo que había desestructurado a Paula apoderándose de su niña y convirtiéndola en un ser desconocido y perverso?, ¿porqué Paula actuaba así?, ¿porqué?.

Con inmensisimo dolor recordaba todo el calvario que ella y Manuel habían pasado entre idas y venidas a psicólogos, profesores y policías... ¿y para qué?, se decía, ¿para qué?. Nada había dado resultado y nadie había dado con la tecla, es más, todo ese peregrinar entre profesionales y terapias, había envuelto a Paula como en una especie de coraza de profunda rebeldía y violencia.

Pero hoy Julia ya no podía tirar más, no podía más, abatida y angustiada caminaba de arriba a abajo por los pasillos del hospital donde estaban operando a Manuel del golpe que le había asestado su hija, clavándole un tenedor en el ojo, y todo, por no querer cambiar el Telediario y poner los Simpson, todo, por ver los Simpson... ya no podía más, de verdad que no, y llorando, firmó el ingreso de Paula en un Centro de Menores de la Junta de Andalucía.

domingo, 23 de enero de 2011

un puñal persigue a Julia




Un puñal sigue a Julia muy de cerca hiriéndola a cada paso, desangrándole el alma, y ella lo sabe... lleva callando años pero ya no puede más, tendrá que ingresar a su hija y lo sabe, dolorosamente lo sabe.

Julia Carmona tuvo hace quince años una hija, aquel inolvidable cuatro de agosto de mil novecientos noventa y cinco culminó el sueño de su vida, su deseo máximo, su creación: a las once y diez de la mañana nacía Paula, su niña, su angelito chiquito, su orgullo, su paz... atrás habían quedado tres infructuosos intentos de fecundación in vitro que habían hecho trizas sus ilusiones, sus nervios y su desesperación; pero ahora, con su hija en los brazos, todo aquel periplo y calvario quedaba muy atrás, estaba superado.
Ni a ella ni a Manuel, su marido, le quedaron ánimos -ni dinero- para intentar conseguir un segundo embarazo, después de todo, ya tenían a Paula con ellos, y ambos eran plenamente felices con aquella niña preciosa, absolutamente maravillosa, y que les había nacido gracias a Dios, fuerte y sana.

La vida sonreía a los Medina-Carmona, fueron años de miel aquellos en los que veían día a día hacerse cada vez mayor a su niña, que crecía feliz en un hogar armonioso y rebosante de cariño por los cuatro costaos... !cuantas veces había recordado Julia aquellos primeros años de Paula!, igual que aquel día en que por primera vez la llevó al colegio, cogidita de su mano, preciosa, con su uniforme azul de cuadritos y su pequeña mochilita rosa... !qué tiempo tan feliz!, y Julia recordaba como si fuera ayer los besos que le dió a la puerta de su clase, y cómo se quedó toda la mañana en la cafetería de enfrente del cole esperando a que tocara la sirena para ir enseguida a por ella, toda esa mañana con el móvil en la mano, sin soltarlo, por si la llamaba su maestra.

Pero pronto en el colegio las profesoras comenzaron a llamarlos para manifestarles que Paula no era participativa, que no atendía, que se evadía de continuo, que reaccionaba con brusquedad frente a cualquier acto de sus compañeros; aunque a ellos no le parecían más que cantinelas, cosas de críos, era pequeña y no le gustaba la escuela ni los deberes, eso era todo, !qué iban a hacer!, al fin y al cabo, no todo el mundo podía ser ingeniero de telecomunicaciones... y Paula, seguía creciendo arrastrando suspensos, llamadas y quejas de profesores, cambiando de colegio, pero querida cómo nadie por toda su familia. Era, indudablemente, la principesa de la casa.



(Continuaré la historia en la siguiente entrada)


jueves, 13 de enero de 2011

después de cenar




El abuelo Tomás siempre conseguía embelesarnos los sábados por la noche cuando, después de la cena y retirados el mantel, servilletas, vasos, platos y cubiertos, nos quedábamos sentados con él en la mesa del comedor y le pedíamos que nos contara historias.

Él nos contaba cientos de historias de su juventud cuando, de mochilero se recorrió África... le escuchábamos con los ojos muy abiertos, en un silencio sepulcral, y notabamos cómo se nos iba llenando la mente de fotogramas, según las narraciones del abuelo: las luchas a muerte entre machos para conseguir aparearse con las hembras, las estampidas de miles de gacelas y cebras al ruido atronador de una hilera de avionetas paseando a turistas, la inmensa negrura de las noches inundadas de sonidos... África, el abuelo siempre empezaba contándonos historias de África.

A mis primos y a mí, sin embargo, lo que más nos gustaba era que él nos contara cuentos de terror, pero para eso, primero teníamos que oír las historias de África. Hoy, el abuelo nos estaba contando la historia del pueblo Dogon, un ancestral pueblo de Malí que llegaron a África desde las estrellas, y que a la edad de doce años seguían la costumbre ancestral de escalar uno de los dedos de la Mano de Fátima.

Cuando hubo terminado de hablarnos del gran pueblo Dogon, se hizo un silencio solemne, y pasados unos minutos, mi abuelo empezó a contarnos que cuando él era chico, los incendios provocados por las colillas del tabaco o por la mente de algún loco, devoraban los montes, y grandes llamaradas de fuego arrasaban árboles y matorrales calcinando a los animales que aturdidos, se veían atrapados entre las lenguas incandescentes, que los aviones y helicópteros iban cargados de agua en su lucha titánica contra el fuego, lo que a veces duraba días y hasta semanas, y que a las avutardas, a los osos, a los lobos, a los linces y a los buitres, que eran unos animales fabulosos que vivían en los bosques, los tuvieron que llevar a zoológicos antes de que desaparecieran para siempre al ser destruidos u ocupados sus hábitats, igual que las ballenas, los calderones y los caballitos de mar, que se asfixiaban y quedaban muertos flotando a la deriva, en mares llenos de la basura que tiraban buques y cloacas...!cómo nos gustaban las historias de terror del abuelo!


sábado, 8 de enero de 2011

sigo cruzando los dedos y contenta y todo, no doy crédito


Querid@s mi@s, literalmente estoy supercontenta, no me esperaba ésto, por eso, y como dice el título de la entrada, yo sigo cruzando los dedos (para que continúe la racha, la suerte o el regalito de Reyes) pues francamente, no doy crédito... ya sabéis lo de la opa hostil que lanzó Spaces y el correito fatalista que nos mandaron a todos los que teníamos bloggs en el sitio, conminandonos a migrar al WordPress.com con unas fechas preclusivas para ello:
hasta el 4-enero podíamos publicar entradas, pasada esta fecha ya no podíamos ni publicar ni comentar ni hacer cambios en el blog, y hasta el 30-marzo teníamos de plazo para migrar, transcurrido el cual sin haberse realizado la dichosita migración, el blog desaparecería sin más: se acabó, adiós muy buenas, punto y final, caput.

Sin embargo, heme aquí, contenta y desafiante -a ocho de enero y publicando-... !que no quepo de gozo, oiga!, ya os lo podéis imaginar: supercontenta.
Y la verdad, no sé si se trata de una maquiavélica treta de los de Spaces o el Microsoft o el WordPress, o de quien sea que se trate, o que finalmente han sido conscientes de su mala acción y han rectificado -cosa que, por otra parte, casa bastante con los buenos propósitos que todos nos hacemos al comenzar un nuevo año-, o que los Reyes Magos me han traído desde el mismisimo Oriente el regalazo el continuar con mujer-hoy-sn, o qué se yo, pero lo cierto y verdad es que aquí estoy, pasado el fatídico día "D", sin migrar y publicando.

Tan recontenta, que voy a terminar la entrada con un poema, el segundo que escribo, y que he publicado hoy mismo en "algo contigo", mi otro blog, allí lo podéis ver mejor http://aliciapaym.blogspot.com/ !he empezao el año poética, velay!.


Ingrávida en el aire


Ingrávida en el aire
mi pelo juega al viento,
ingrávida.

Inerte de pesares y de
sufrimientos, abiertos
los sentidos a la danza
dulce del vuelo de los pájaros,
ingrávida.

Flotar, reír, besar, latir
ingrávida sin sujeción
ni a alfas ni a omegas.

Hermoso sueño el de sentirse
ingrávida en el aire,
mientras el viento
me despeina
dulcemente el pelo,
y respiro, y floto, y
río, y beso, y vuelo,
ingrávida en el aire.