domingo, 24 de enero de 2010

dale a tu cuerpo alegria Macarena


Como un día más se había levantado y se había ido a trabajar, en la oficina no le había dado tregua a sus pensamientos ni a su corazón: los informes, las llamadas de teléfono, las reuniones, atender a los clientes, más llamadas de teléfono... el ritmo frenético la ayudaba y hacía que no pudiera pensar en otra cosa que no fuera trabajar, no había espacio ni segundo libre para divagar sobre aquella separación que aún no había superado del todo.

Tenía cuarenta y cuatro años cumplidos cinco meses atrás, y veinte años largos unida a Carlos, su marido, su ex, ahora su ex... aún recordaba más de la cuenta esa tarde de su cumpleaños en la que habían quedado a almorzar y en la que él, cual regalito envenenado le dijo que se marchaba de casa, que no podía continuar más tiempo a su lado, que se había enamorado de otra... aún recordaba esa tarde, todavía no había pasado página, todavía no, aunque sí estaba decidida a hacerlo.

Durante ese tiempo de preguntas sin respuestas, durante esas noches del ¿porqué?, ¿qué he hecho yo?, ¿como?, ¿cuando empezó todo ésto?, durante ese tiempo, siempre había contado con la ayuda de los suyos, sus hermanos, sus padres, su hijo, y Lydia, su amiga del alma, esa amiga a la que basta sólo una mirada para saber como estás, esa que aún en los malos momentos sabe hacerte reír y no permite nunca que te vengas abajo. Ahora, Lydia no hacía más que insistirle en que olvidara ya de una vez, y día tras día, con ese acento suyo envolvente, fascinante, musical, hablando con la boca y con los ojos y con las manos, expresiva, cálida, le repetía "linda, vos tenés que buscarte un novio, tenés que volver a disfrutar la vida, miráte, vos sos bella, sos simpática, sos atrayente, sos perita en dulce. Miráte nena, miráte esa cintura y esas caderas, esas piernas, ese pecho, no podés quedarte más tardes acá sola en la casa, tenés que agarrar un novio, linda, un novio agradable que te lleve de paseo, y a bailar, y al cine, que te haga sentir la pasión. Necesitás un novio nena, ceéme, lo necesitás".

Al final, se había dejado embaucar por Lydia ¿y cómo no?, así que allí estaba, sentada en la salita de aquella agencia de contactos, esperando una cita con un tal Pedro García. Nerviosa, inquieta y acelerada como si tuviera de pronto quince años, allí, comiéndola los nervios por dentro.
La puerta se abrió, como un resorte ella se levantó del sofá, y a la salita entró justo el vivo retrato de George Clooney.


Mil besitos querid@s

sábado, 16 de enero de 2010

cuesta la independencia


Eran las seis y poco del miércoles y, como todas las tardes de los miércoles estaba allí, en aquel hotelito discreto de las afueras, tras haber despedido al cliente.

Desde hacía dos años, esta rutina formaba parte de su vida y constituía su gran secreto, su secreto. No le afectaba moralmente, ya no, sabía de sobra lo que costaba la independencia... pagar el piso, la factura de la luz, la del teléfono, la matrícula de la facultad, el metro, la ropa chic que le gustaba llevar, llenar el frigorífico... sabía perfectamente cuánto costaba la independencia.

Durante estos dos años había sorteado con bastante habilidad las preguntas escabrosas de su familia a cerca de sus ingresos, contestando con un lacónico "cuido niños, soy canguro", lo cual era cierto, aunque insuficiente... durante estos dos años había ocultado con notable eficiencia a sus amigos, esos enigmáticos miércoles suyos; no obstante, llevaba un par de días que notaba como entre la pandilla se había instalado una atmósfera diferente, densa, hermética, que pesaba como una losa y le incitaba a la tristeza, a un sentimiento de penosa soledad.
De igual manera venía constatando mil miradas de soslayo, claramente sospechosas, entre sus compañeros de clase.

Sonó el teléfono, salió de la ducha presta a cogerlo, secándose todavía el pelo. No reconoció el número al mirarlo en la pantalla del móvil, no le dió tiempo a contestar el consabido "sí", "diga", porque apenas descolgó, escuchó un nítido !puta!, solamente eso, nada más, sólo eso, el que llamó colgó de inmediato tras el mensaje.
Exhaló un suspiro que le llegó al alma, hondo, uno de esos suspiros profundos, sinceros, dolorosos, y en el que recordó de pronto aquellas palabras que desde niña le decía su madre: los actos siempre tienen consecuencias. Un suspiro, que después de todo, sentía casi liberador.

Siguió, siguió mecánicamente vistiéndose, y allí, sentada en la silla de aquella habitación discreta, poniéndose las bragas, su mente, voló sin saber porqué, a aquellas palabras de don Quijote a Sancho: ladran, luego cabalgamos... las lágrimas, le caían copiosas mojando las baldosas del suelo.



Mil besitos querid@s. Sed felices

miércoles, 6 de enero de 2010

vendedora de sueños


Querid@s bloggers, de vuelta de las vacaciones de Navidad, empezando nuevo año, con ilusión a tope, y retomando aceleradamente la monotonía de los horarios ya que mañana hay que volver al trabajo y a los colegios..... de vuelta, sigo con los micro relatos


Se levantaba temprano, aún encendidas las farolas de la calle, a las que veía desde su ventana como se les moría la luz justo a las siete en punto de la mañana, justo a esa hora, esa hora en la que ella trajinaba en la cocina preparándose un café. Seguidamente la ducha, sombra de ojos verde foresta, un poco de rimel y un ligero gloss rosé en los labios, vaqueros pitillo, camisa ceñida, pendientes grandes y vistosos comprados en algún puesto callejero, botines cortos pero con tacón, fular a juego con la indumentaria y un toque generoso de Opium... le encantaba aquel perfume que sentía indisolublemente unido a ella, que al contacto con sus camisas, sus suéters y sus fulares los hacía únicos, suyos, impregnados de sí misma.

Así, mientras iba amaneciendo despacio, cogía el bolso y salía de casa, con el pelo aún mojado, suelto, para que fuera el aire quien lo secara a su antojo, en desorden, con manifiesta rebeldía, sintiendo sensual ese jugueteo del pelo, el aire y su cuello.

La ciudad a esas horas era casi perfecta, envolvente, insinuante, y ella, se dejaba querer mientras caminaba grácil, con su pizquita de salero, por calles exentas aún de ruidos, no inundadas aún de tráfico, mágicamente vacías, repitiendo rutinaria siempre el mismo trayecto, siempre al mismo destino, doblaba la esquina de su calle, tomaba Hortaleza para salir a Gran Vía, bajaba hasta el Banesto y cruzaba por el semáforo que da justo en frente del Círculo de Bellas Artes. No podía entrar a la cafetería por la puerta principal que, a tan temprana hora aún conservaba la persiana bajada y los maceteros de los escalones sin colocar, lo que la obligaba a bordear la calle y entrar por la puerta del teatro, y aún así, a veces, esperar un poquito hasta que Gladys le abría la puerta desde dentro.

Siempre era la primera y le gustaba, le encantaba entrar en la cafetería del Círculo sin nadie, solas Gladys y ella, y todo el salón con sus enormes lámparas de araña, sus cuadros antiguos, sus espejos dorados, su piano de cola, sus frescos, sus esculturas clásicas, todo, todo para ella, sólo para ella.

Se sentaba en el último ventanal, el de los sillones azules, y allí, saboreando el espacio, se tomaba un té con limón y tostada que Gladys le servía en tetera y tacita de porcelana blancas tremendamente sobrias, embriagadoramente coquetas. Esperaba estoica sin siquiera verter el té, a que Gladys, con esa sonrisa suya amable, cómplice, tierna... le trajera el periódico, y ella, ávida, impaciente, ilusionada, rotulador en ristre, comenzaba a leer las ofertas de trabajo, esperando presta ese anuncio que le iluminara la cara, que le exitara como la vida, que le sacara de la rutina, y, a sorbitos con su té, pasaba una a una las páginas del periódico, como la que arranca lastimera los pétalos de una margarita, susurrando en vez del consabido sí quiero, no quiero, un éste no, éste no, éste no.

De pronto, un anuncio llamó su atención:

SE NECESITA PERSONAL CON PROFUNDOS CONOCIMIENTOS DE

- inglés, francés, portugués y alemán.
- informática, análisis estadísticos y redes sociales.
- álgebra, cálculo matemático y economía financiera.
- química inorgánica y física molecular.
- con carnets de conducir A, B, C y D

para vender: TIZAS de COLORES

Interesados/as presenten curriculum vitae en http://www.buscountrabajo.es/
Magníficas retribuciones y promociones laborales.


Por un segundo pensó tentar la suerte y contestar, pero finalmente, decidió serle fiel a su corazón y seguir buscando su tan ansiado anuncio, ese anuncio, el anuncio, un anuncio de vendedora de sueños.
Pasó una tras otra las hojas hasta acabar el periódico, mientras, la luz se metía ya insolente por el ventanal y aclaraba la tez de los edificios de enfrente. La calle se llenaba poco a poco de ruidos y de coches, y las mesas de aquel santuario de lámparas de araña, espejos dorados, frescos, cuadros antiguos, esculturas clásicas y un piano de cola, comenzaban a ser invadidas por jubilados solitarios.