domingo, 20 de diciembre de 2009

la incuestionable relatividad


Londres, 14 de diciembre de 2009


Queridos padres:

Os extrañareis que os escriba esta carta en vez de hablar con vosotros desde Internet, mirándonos en la pantalla del portátil, pero es que lo que voy a contaros no he querido decíroslo cara a cara, con angustia y con nervios, sino de una forma menos caliente, más sosegada, por eso os escribo esta carta que, os rogaría la leyeseis juntos, sentados cómodamente y en voz alta. Tranquilos, estoy bien, ya me veis cuando hablamos, estoy bien, de verdad que estoy bien.

Comienzo por deciros que hace mes y medio empecé a salir con un chico inglés aunque de origen paquistaní que trabaja en el McDonalds de enfrente de mi colegio. No sé como explicároslo pero me enamoré de él súbitamente, como en un flechazo de los del autentico Cupido, se llama Khalid y es guapísimo, maravilloso e ideal. Tiene 18, dos más que yo, pero parece que no nos separaran dos años ni dos culturas ni dos formas de vida, sin duda estamos hechos el uno para el otro. Le quiero muchísimo, tanto, que no podría vivir sin él.

Khalid vive en Cresham Road, pasado el Támesis, en el sur, en Brixton, muy cerca de la Mezquita y no muy lejos del Mercado. Tiene un apartamento pequeño de una habitación con baño y cocina, y aunque chiquito, coqueto.

Mamá, papá, yo le quiero y él me quiere, nos queremos mucho y eso es lo importante ¿no creéis que eso es lo más importante del mundo entre dos personas?, los dos somos felices, muy felices, de verdad. También he de deciros que llevo una semana que no me encuentro del todo bien, con vómitos, sueño y algún que otro mareo. La psicóloga del colegio me recomendó que me hiciera la prueba del embarazo y, cual no seria la sorpresa que nos dió positivo. Estoy embarazada. Al principio tuve miedo, mucho miedo y mucha angustia, no sabía que hacer y pensé que lo mejor sería abortar, pero Khalid está muy contento con el niño y hemos decidido tenerlo, un hijo es una cosa hermosa, mamá, tú misma lo has dicho cientos de veces, así que lo tendremos y viviremos juntos Khalid, yo y nuestro niño, ya nos la arreglaremos.

Espero que pese a lo inesperado de esta noticia os alegréis, que no os resulte traumático, al fin y al cabo será vuestro primer nieto. No tenemos intención de casarnos de inmediato, pero si hemos decidido que lo mejor es que vivamos juntos. No es que yo viva mal aquí, en esta residencia tan buena en el centro mismo de Londres, pero es que mi vida requiere ahora más del amor que de lo académico, así que cuando den las vacaciones de Navidad no iré a casa, sino que me quedaré aquí con Khalid y en enero, no volveré al internado. No se aún cómo, pero terminaré el bachiller, os lo prometo, creedme por favor, creedme y comprendedme, os lo suplico...

Papá, mamá, respirad hondo, ya que nada de ésto es verdad: no me he enamorado, no conozco a ningún Khalid, no estoy embarazada y no voy a dejar la Residencia; pero lo cierto y verdad es que he suspendido Matemáticas, Historia, Química y Biología. Así pues, poned el grito justo en el cielo que corresponda, pues incluso los suspensos, todo, es incuestionablemente relativo.

Vuestra hija que os quiere,

Lucía

miércoles, 9 de diciembre de 2009

un beso de poeta



Le gustaba mirar el puente Triana desde su balcón, sobretodo ahora, asida como estaba a su silla, podía tirarse las horas mirando el deambular de personas por las barandas del puente que exibían mundanas el sortijeo de candados de amor, como aquellos del puente Milvio, puestos por los enamorados como una forma de sellar su pasión tirando luego la llave al río, que jamás Federico Moccia imaginara que una novela suya transpasara fronteras de esta forma.


Le gustaba mirar el puente, le gustaba; en realidad, siempre le habían atraído sobremanera los puentes, mucho más allá de su realidad física como punto de conexión entre orillas, le generaba un profundo simbolismo esa unión de distancias o de voluntades que para ella significaban los puentes y el tender puentes, quizá por eso también un puente era una sucesión de días de asueto, sin trabajo, como una mano tendida hacía la otra orilla, la de los sueños, la de la ilusión.

Y mientras intentaba, cual Sherlock, dilucidar desde su ventana la vida de quienes iban y venían por el puente, una punzada amarga le atenazó el ánimo, e igual que el ladrón vuelve al escenario del robo, su mente volvió a Estambul, a aquel puente tres años ha, en donde con su chico, en la moto, las piernas se le pararon para siempre, asfixiadas entre hierros y asfalto.

Ya no le dolía el recuerdo pese a la prisión de la silla, pero le resultaba liberador mirar aquellas fotos cómplices llenas de movimiento.
Mecánicamente, como si de un ritual se tratase, cogía la caja de bombones donde las guardaba y miraba, -de soslayo a veces y despacito otras-, aquellas fotos felices: en la mezquita azul, frente al palacio Topkapi, sentados en Santa Sofía, comprando en el Gran Bazar, contemplando sonrientes los puentes del Bósforo... justo en ese momento algo sucedió, algo debió suceder justo mientras sostenía esa foto en el puente, porque oyó como alguien le susurraba aquel poema al oído

"Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela...

No quería volverse, no quería moverse, no quería respirar, no fuera a deshacerse la magia, mientras seguía sintiendo la voz susurrante y cálida de Espronceda tocando sensual su oído...

la luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul,
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul...

Notaba su aliento acariciándole la piel y el suave roce de su boca al pronunciar las palabras, su corazón trotaba acelerado, estaba a punto de estallar, y ella allí, hierática, sin querer moverse, sin respirar, no fuera a deshacerse la magia...

que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar..."

Así, sin distinguir entre realidad y delirio, sintiendo intensamente la caricia de esos versos, quieta, sin moverse, sin querer respirar, saboreando la magia, notó como su lágrima, transgresora de la ley de quietud, corría desbocada mejilla abajo, pero Espronceda, al quite y don juan, la atajó con un beso apasionado.

Sed felices querid@s. Mil besitos

martes, 1 de diciembre de 2009

Marilyn trabaja en contabilidad


Querid@s
blogger, muchísimas gracias por vuestros cariñosisimos comentarios a mi primer micro relato, gracias miles por dios, que entre todos me habéis subido un poco los colores con esos estupendo y con esos ánimos para un siguiente relato, y, en este sentido, en la tónica de que si no hay dos sin tres, por las mismas no habrá uno sin dos, ahí va el segundo:

La mañana estaba densa, densa de papeles, densa de números y densa de humores; agotaba la vista tanto ir y venir del despacho de Rosa, la jefa, la arregladora de impecable sonrisa fría, gélida, quemante como el ácido, la del ésto es lo que hay y punto... sí, agotaba la vista, minoraba el ánimo, y a la vez, acrecentaba la nube de nervios que amenazaba con volverse tóxica por momentos.

- Marina, dile a contabilidad que quiero el balance, ya. Y Marina, diligente, transmitía por teléfono con voz firme pero exquisitas las formas, las órdenes de Rosa.

- Marina, hace diez minutos que pedí el balance ¿que pasa en contabilidad que no.... no le dió tiempo a terminar la frase, que quedó flotando, alevosa, con su carga de retintín como un eco por el teléfono, cuando, se abrió la puerta del despacho, y apareció uno de los nuevos trayéndole la carpetilla azul con el balance.

Algo después, en el patio, mientras fumaba el cigarrillo de las doce con su secuaz adjunta, se oían perfectamente y a posta las quejas sempiternas, a degüello, destilando mala leche, sobre el escaso interés por el trabajo de algunos departamentos, su justita profesionalidad y la inadecuación de sus actitudes. Las palabras, altas adrede, se colaban por las ventanas abiertas y entraban como borbotones al común conocimiento de todos.
Y en ese bullir malévolo de comentarios, Carmen la de cuentas, con las manos llenas de facturas para archivar, antes de pasar por el patio, respiró hondo, y altiva, con extrema galanura y dignidad, provocando cual Marilyn, y moviendo el culo, pasó por entre medias hacía el archivo. Al instante, sintió sobre su espalda como se le clavaban cual puñales, dos miradas asesinas.


Sed felices. Mil besitos