jueves, 6 de octubre de 2011

en misa y repicando



No tengo consciencia de haber estado triste de pequeña, sino más bien todo lo contrario, y si cierro los ojos y miro hacía atrás, mis recuerdos siempre son alegres, sencillos, felices... lo más remoto que puedo recordar con cierta nitidez son mis primeros años de colegio, perfectamente me veo con mi uniforme de tablitas, mis coletas, mis zapatitos gorila, y una cartera de plástico con dibujitos, donde apenas llevaba un lápiz, una goma, un sacapuntas y un cuaderno... no se necesitaba más. Tenía cinco años cuando comencé a ir al colegio, y recuerdo perfectamente mi primer día y a mi maestra: Dª Matilde.
Por aquel entonces los colegios tenían jornadas de mañana y de tarde, clases grandes con pupitres marrones, y ventanales al patio, y el de mi colegio, era realmente enorme, con adelfas, con pinos, con eucaliptos, que luego, en una relación inversamente proporcional a mi crecimiento, mermaron -no en altura, sino en cantidad-, y lo hacían (mermar), porque cada año construían nuevas aulas, en detrimento siempre del patio, que de un señor patio pasó a don patio, y finalmente se quedó en patio a secas.
En aquella época de infancia escolar comíamos todos en casa, en el salón, en torno a la mesa y al televisor -en blanco y negro-, e igualmente, cenábamos todos juntos... recuerdo los muebles, el empapelado de flores de la pared, a mis amigas de entonces, las calles del barrio, el cine de los domingos...
Llegó la adolescencia y la inseguridad, mis primeros tacones, el tonteo con los chicos, la pandilla, el viaje fin de curso a Mallorca que hicimos al terminar el bachiller, que era la primera vez que yo salía de viaje fuera de Andalucía, la primera vez que me montaba en un barco, la primera vez que salía del entorno materno-familiar... y aún con la adolescencia a cuestas, no recuerdo tristeza, sino vida sencilla, sin tanta inmediatez de todo, sin aceleración, muy ilusionante, sobretodo ilusionante... por hacerme mayor, por entrar en la universidad, por descubrir.
Recuerdo mi primer novio, mi primer beso, mi primer cotillón de fín de año, la primera vez que fuí a votar en unas elecciones...
Ultimamente sin embargo me siento triste, respiro tristeza y hasta puedo saludarla "bonjour tristesse", como la Cécile de Françoise Sagan, y quizás por eso me afano en hacer trabajar a la memoria y volver a los recuerdos de mi niñez, de mi juventud, a los dulces recuerdos de entonces, para compensar el trago amargo de estar viviendo la separación de mis padres tras cincuenta años de matrimonio !que se dice pronto!, sí, quizás sea por eso que me aferro a los recuerdos, y así estoy, aquí y allá, tal como el refrán: en misa y repicando.
Me viene al pelo una canción de Luz Casal, "entre mis recuerdos", Luz, expresa lo que siento perfectamente, con esa gran sensibilidad que ella tiene y que transmiten sus canciones
...Para encontrar la niña que fuí, y algo de todo lo que perdí, miro hacía atrás y busco entre mis recuerdos... Yo quisiera, volver a encontrar la pureza, nostalgia de tanta inocencia, que tan poco tiempo duró...  Con el veneno sobre mi piel, frente a las sombras de la pared, miro hacía atrás y busco entre mis recuerdos... Y si las lágrimas vuelven, ellas me harán más fuerte...

www.youtube.com/watch?v=oZujQyGD94s


Mil besitos gordos