jueves, 26 de agosto de 2010

y yo me iré...



Al llegar a la casa de la playa y abrir la puerta del dormitorio para acceder a la terraza, mis hijas, descubrieron con tristeza y también con esperanza -cual inequívoca sensación agridulce, la muerte y la vida a un tiempo-, pues en el suelo de la terraza yacían dos pequeños pajarillos caídos del nido, y es que, en los salientes del tejado de la terraza, entre las tejas, anidan desde siempre los gorriones.

Junto a sus hermanos muertos había un tercero que permanecía vivo, pero que al ser aún pequeño, no sabía volar y le era imposible ascender al tejado, con los suyos, por lo que estaba atrapado en la terraza que actuaba cual enorme jaula al aire libre.

Recogimos los pequeños cadáveres y, al gorrioncillo superviviente, con sumo cuidado y cariño mis hijas le dieron de comer y beber, le compraron con sus ahorros una bonita jaula de color blanco y, estaban dispuestas a responsabilizarse de él, de atenderlo y criarlo: !la vida, hace asomar en simples pequeños gestos, instintos maternales!.

Ya más recuperado el gorrioncillo, comido y bebido y en casa nueva aún con barrotes, observaron las niñas que también en los animales el instinto maternal es poderoso, pues la madre del pequeño huésped de la jaula, cuando la terraza estaba sola, venía a traerle comida que le daba a través de los barrotillos.

Responsablemente decidieron las niñas sacar al pajarillo de la jaula, y dejarlo en el suelo de la terraza para que su madre le pudiese dar de comer más cómodamente, era evidente que ella ostentaba más derechos que nadie frente a la cría... y la madre, venía una y otra vez a darle de comer a su pajarillo, constantemente, sin descanso.
Y cada vez el pequeño gorrión daba voladitas más y más altas, más y más largas... pasados unos días, la terraza se quedó sola -como el Fonseca y la Universidad de la famosa canción de la tuna-, el pequeño gorrión había aprendido a volar y se había vuelto a su lugar, con los suyos.

El amor y la vida desafían cada momento al devenir, !ya lo creo!.
La vida sigue, continúa, siempre continúa, y yo, me acordé entonces de aquel hermosísimo poema de Juan Ramón Jiménez:

Y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando
y se quedará mi huerto, con su verde árbol
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron,
y el pueblo se hará nuevo cada año,
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico...

Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde,
sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...

y se quedarán los pájaros cantando.


miércoles, 4 de agosto de 2010

bonnes vacances!


Me llegaron por fin las vacaciones... y, supercontenta como estoy me atrevo hasta a dejaros un haikus:

Mientras hablamos
fluye sin detenerse el tiempo,
aprovecha el día.


Os deseo a
tod@s bonnes vacances...lo más de lo más, que sean sin duda las mejores de vuestra vida: !Disfrutad a tope de las vacaciones, aprovechadlas al máximo y, hasta la vuelta!!!