desde Sevilla, con la siempre calidez de un balcón con flores, con las ventanas abiertas de par en par, como en la vida misma o en los caballitos de un tiovivo: a veces arriba, a veces abajo, capeando el temporal dignamente, con vitalidad y optimismo, y desde luego, renaciendo como el mar... "la mer, la mer toujours recommencée", que ya cantara el gran Paul Valery en Le cimetière marin...
jueves, 20 de mayo de 2010
Perico el águila (continuación)
El duro invierno se llevó a sus padres apenas con un mes de diferencia entre fallecimiento y fallecimiento, y Perico, quedó solo en una casa grande y blanca, mirando al cielo y volando por las calles. Las vecinas, con cariño, le llevaban día a día la comida, le recogían la ropa y se la traían limpia... él, las miraba con sus ojos de infinita bondad y se abrazaba dulcemente a Juana la chica, a Carmelina, a Manolita la del mimbre... sin palabras, pero con el agradecimiento y el amor sin doblez de un niño pequeño.
No había entrado aún la primavera cuando unos señores muy trajeados vinieron a verle, ofreciéndole el oro y el moro por la parcela frente al risco, la parcela que sus padres con tanto celo le habían reservado como garante de ese mañana, cuando ellos ya no estuvieran... la parcela, desde donde él se extasiaba mirando las aves.
Los trajeados señores le perseguían, le hablaban y le embaucaban diciéndole y dejándole de decir frases y frases que no entendía, frases, para las que sólo tenía una mirada limpia con una sonrisa enorme y ninguna palabra. Los "amables" vendedores volvían una y otra vez a la carga acuciándole aquí y allá para que firmara el gran negocio de su vida y él, sin decir nada, cansado de palabras, se marchaba extendiendo sus brazos, bien abiertos, a contemplar el volar de las aves, sencillo, sutil, hermoso, majestuoso...
Más de una vez los vió como subían ladera arriba con sus maletines de piel y sus trajes de marca, y como se volaban al viento sus corbatas de refulgentes colores... él, no entendía tal peregrinación para hablar de cosas incomprensibles y no sentarse a ver volar a los pájaros que, en definitiva, era lo de verdad bonito, lo de verdad importante, lo maravilloso. Cuando llegaban, congestionados y mal disimulando el desagrado de la ascensión, les mostraban los papeles extendiéndole el bolígrafo y diciéndole con fingida sonrisa:
- Sr. Seisdedos firme usted aquí, no se arrepentirá.
!Cuántas veces había oído aquella cantinela de los papeles y la firma!.
Un día, sin embargo, sorpresivamente para los amables vendedores, con su balbuceo inocente les preguntó:
- ¿Y los pájaros?.
- Los pájaros continuarán aquí de maravilla -se apresuraron a contestar tan amables vendedores-, las personas que compren las casas los podrán contemplar como usted y serán felices.
Él, con el aplomo de un incrédulo por convicción, se levantó con su mirada noble de niño grande y extendiendo los brazos se fue volando ladera abajo.
Y los días pasaban pero Perico miraba y no firmaba, y sonreía y no firmaba, y se bajaba risco abajo con los brazos abiertos cual alas... tenía completamente desesperados a los amables.
Aquel sábado, sentado como siempre mirando a la peña junto a Lan, su perro, y en compañía del amable vendedor, con inusual asertividad, contestó alto y claro a la enésima pregunta de "Sr. Seisdedos, ¿firmamos?":
- No, este lugar no es para casas, es de las águilas.
El amable vendedor, atónito con la respuesta, le preguntó:
- ¿Cómo dice?
Perico, se encogió de hombros y no dijo nada, se limitó a sonreír, a sonreír y a mirar a Lan acariciándolo... como dando a entender que era el can-canis el dictaminador del asunto.
- !Pues no va a haber hablado el perro!, inquirió el vendedor, esta vez sin amabilidad alguna y con marcado retintín.
Y Perico, levantandose tranquilo le contestó:
- De las águilas, de las águilas... es de las águilas.
Y se marchó volando ladera abajo con los brazos bien abiertos, inclinándose ya hacía izquierda ya a derecha, feliz, volando.
Una y otra vez los amables iban y venían y volvían a la carga... y Perico, -le preguntaran o no si firmaba-, nada más verlos, les contestaba contento y abriendo las manos cual alas:
- De las águilas, de las águilas, de las águilas...
Los vendedores, finalmente tuvieron que claudicar, se marcharon, nunca supieron muy exactamente en el pueblo porqué, tampoco a nadie le importó... Setenil seguía sereno, hermoso, diáfano, como su cielo azul sobrevolado por las rapaces, como Perico, sonriendo por cada calle, por cada esquina, por cada plaza. Con los brazos bien extendidos, ahora inclinándose a derecha otrora a izquierda, y volando, volando... siempre volando.
Y esta última, una foto de Setenil de las Bodegas, por la noche... ¿a que podéis percibir la magia?
Mil besitos querid@s, y mil gracias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Con lo que le gusta a Perico ese sitio, hombreya! Y además, que es suyo y lo disfruta, joé.
ResponderEliminarMenos mal que no se dejó vencer por esos vendedores. No siempre pasa esto, eh?
Besos, guapa.
Me ha encantado la historia. Y sí, el final no podía ser mejor: Cada uno en su sitio, como debe ser.
:)
Ah, y lo foto es genial, sí. Y es lo que tú dices, se percibe la magia. Anda que no!!
ResponderEliminarHola, creo que no me he explicado bien, perdona otra vez, no era para poner en el comentario, era para hacer una entrada, o post, si has visto los mios, puedes mirar los de Gladys y Gata Coqueta, pero solo si te apetece, una entrada con 7 secretos confesables, e invitar a 7 más a que confiesen los suyos, no solo que los lea yo en tu comentario, sino que lo puedan leer todos.
ResponderEliminarYa te he dicho que es la primera vez que hago algo diferente que no sea escribir un poema, y no he sabido seguir el hilo y explicarlo bien.
Voy a seguir con mi águila a ver que tal vuela perico.
Un abrazo.
Ambar.
20 de mayo de 2010 12:50
Verificación de palabras
Desde luego como ya te dije antes la incencia proteje el alma, pero era feliz y supo quitarse los buitrones de encima, me ha gustado la historia y el pueblo es preciosos, tengo un pps con fotos del pueblo, lleva bastantes y se un precioso pueblo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambar.
Aplausos fuerte para Perico que supo deshacerse de esos pillos y pudo seguir volando con las alas abiertas y la sonrisa en los labios!
ResponderEliminarBesitos,
Suerte para todos que Perico no vendió!
ResponderEliminarme alegra saber que alguna vez, por lo menos, ganaron los buenos! jejeje
Hermosa historia.
un abrazo!
Bien por Perico, y bien por ti.
ResponderEliminarRecibe tropecientos millones de besos.
Feliz fin de semana.
Es un claro ejemplo de cuando yo digo eso de que no es necesario que ganemos batallas o guerras, que nos es suficiente con el día a día, ganando "guerrillas", pero Perico, sí parece que ganó una "batalla" importante. La Guerra, por desgracia, esa, siempre la tiene ganada el Capital... en este caso, claro.
ResponderEliminarBuen finde
Besico... Gran historia.
Como debe ser cariño... las cosas que están de siempre, siempre deben quedarse.
ResponderEliminarMe ha encantado la foto. Preciosa y mágica, sí señor.
Un beso.
LOU, millonazo de gracias por los comentarios, reina... sí, seguramente el hecho de no dejarse vencer por los vendedores y la especulación, tiene que ver y mucho con el hecho de ser diferente, de su simpleza noble de niño grande cuyos ojos no brillan con codicia, sino con la luz de la belleza y de la vida.
ResponderEliminarUn besote, ya sabes, de esos gorditos y sonoros
AMBAR, millonazo de gracias por los comentarios, corazón. El post con los secretillos, es bastante posible que lo haga... en cuanto a nuestro Perico, efectivamente tienes razón: la inocencia protege el alma, la protege de la codicia, de la prepotencia, de la especulación y, evidentemente, de los buitrones.
ResponderEliminarMil besotes gordísimos
SOÑADORA, millonazo de gracias por el comentario, corazón... sí, aplausos para Perico... que siga volando y volando con los brazos de par en par, bien abiertos.
ResponderEliminarUn besote, ya sabes, enormísimoooooo
NEO, millonazo de gracias por el comentario, reina, sí, al fin y a la postre ganaron los buenos esta vez... (de casualidad y sin que sirva de precedente, podríamos decir), me temo, que por lo general ganan siempre los buitrones, los especuladores sin escrúpulos que solo se guían por el tintineo del vil metal y les dan lo mismo las águilas, los parajes naturales, engañar a la gente inocente... todo les da ocho que ochenta salvo sacar tajada.
ResponderEliminarUn besote sonorísimo y gordo a rabiar.
RAMPY, millonazo de gracias por el comentario... sí, bien por Perico, por su amor a las águilas y preservar sus espacios cada vez más amenazados, y que sepas, que me han encantao esos tropecientos millones de besos, todos todos !anda que no!
ResponderEliminarUn superbesote enormísimo y también un muy buen finde para tí, corazón
GUILLE, muchísimas gracias por el comentario, coincides con Neo. Por esta vez ganó Perico, ganó la batalla a la especulación despiadada que solo piensa en el dinero sin importarle lo más mínimo nada ni nadie, pero me temo que solo es una batalla, una batallilla diría yo, la guerra la ganan siempre los especuladores sin escrúpulos... la naturaleza y sus especies -sean protegidas o no- efectivamente, llevan marcados el sello del Capital cual espada de Damocles, tienes razón Guille.
ResponderEliminarUn besote, ya sabes, de los gorditos y sonoros
ZAYI, millonazo de gracias por el comentario, reina. Sí, tienes razón, las cosas de siempre deben prevalecer, para nosotros y para los que nos siguen, la vida natural es el gran patrimonio de todos.
ResponderEliminarUn besote enormísimoooooooo
...Y colorín colorado, este cuento qué bien ha acabado! Ojalá todos los finales de la realidad fueran como éste...
ResponderEliminarUn gran beso, y gracias por esta historia y la hermosísima foto que la acompaña!
MERCEDES, muchísimas gracias por el comentario... sí, tienes razón, ojalá todos los finales fueran como éste, pero, la realidad es otra, bien lo sabemos, no ganan los Pericos ni los parajes naturales ni los animales que los pueblan, ganan los especuladores y estafadores, esos que con mucha palabrería, trajes elegantes y fingida amabilidad, van mirando solo el sacar tajada, el dinero y nada más que el dinero... éstos son los que ganan, lástima que siempre ganen ellos en la vida real !lástima que la ficción solo quede para leerse, y, como en los cuentos, acabarse con el célebre colorín colorado.
ResponderEliminarUn besote, ya sabes, de los gorditos y sonoros
Hola, tu historia existe en la vida real incluso más de lo que quisiéramos, si el buitre vuele a beneficio, no revolotea se lanza en picado, es triste que el egoismo y la avaricia haga de las personas unos falsos y usureros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambar.
Cómo no iba a volar por esas calles, incitadoras al vuelo.
ResponderEliminarBesos Alis.(Si me permites este nombre)
Pues si los buitres venden casas, evidentemente los perros pueden hablar hasta en latín
ResponderEliminarEn esta segunda parte, en el primer párrafo acentúa más la linea de realismo italiano que has empezado en la primera parte y que yo leo/veo en blanco y negro.
En el trasfondo del texto entiendo perfectamente un mensaje lleno de vida, de exaltar lo esencial, lo vital y no lo material con beneficio a corto que se estila ahora:
Más de una vez los vió como subían ladera arriba con sus maletines de piel y sus trajes de marca, y como se volaban al viento sus corbatas de refulgientes colores... él, no entendía tal peregrinación para hablar de cosas incomprensibles y no sentarse a ver volar a los pájaros que, en definitiva, era lo de verdad bonito, lo de verdad importante, lo maravilloso.
Preciso, como Setenil, un pueblo que visitaré sin dudad pues hay que tenerlos (con perdón) para vivir así, debajo de una roca...
Besotes
Gracias apm, que hermoso final para Perico, él seguirá volando, los bitres se quedan de a pié...
ResponderEliminarAbrazote de luz amiga, Mirta
AMBAR, millonazo de gracias por el comentario, reina. Desde luego, tienes toda la razón, en el mundo real hay pocos "Pericos" y muchísimos "amables vendedores" que, como buitres a la carroña, se abalanzan a la menor oportunidad que atisban beneficio, en picado a sacar tajada, sin escrúpulos, sin importarles un ápice la conservación de los parajes naturales o que las especies caigan o no en peligro de extinción... sin importarles nada, el dinero, solo el dinero.
ResponderEliminarUn besote, uno bien sonoro y gordísimoooooo
JUANJO, millonazo de gracias por el comentario... tienes razón, ¿pero como no iba a volar con los brazos bien abiertos por esas calles incitadoras al vuelo?... !como no!.
ResponderEliminarUn besote bien gordísimo y, claro que sí, me encanta Alis
MANEL, millonazo de gracias por el comentario !me ha encantao!, porque tengo que decirte que soy una forofa acérrima del neorrealismo italiano... Visconti, Rosellini, Antonioni, Vittorio de Sica ¿te acuerdas de ladrón de bicicletas? !no me digas que no es una peli maravillosa y genial, llena de lirismo pese al drama de esa búsqueda desesperada del empleo, de mantenerlo a ultranza, todo el mundo buscando tu bici y la sociedad y las circunstancias haciéndote al final otro ladrón de bicis, lo que sea por el trabajo, lo que sea!
ResponderEliminarMe ha encantao tu comentario, Manel... el trasfondo, efectivamente ese, una apuesta decidida por la vida, por lo esencial, por lo sencillo, por lo natural, por los pueblecitos bellísimos como Setenil que merecen desperezarse día a día en su entorno, y no sucumbir al pelotazo del hormigón.
Un besote, ya sabes, enormísimoooooooo
MIRTA, millonazo de gracias por el comentario, reina... sí, cierto, Perico seguirá volando y volando por calles y plazas... los amables buitres disfrazados, esta vez, se han quedado a dos velas !bien!!!!!
ResponderEliminarUn besote, por supuestísimo gordo y muy sonoro
Dentro del drama que pueda encerrar este tipo de abusos que denuncias en tu texto, le has dado ese toque de picardía y colorido, que sabes dar a tus relatos, que lo hace entrañable y casi amable. No sé porqué he recordado a "Milana bonita" y "Juan Salvador Gaviota" fundidos en una especie de metáfora, de apología a la libertad de decidir el propio destino. Perico tiene nombre de pájaro, todo un aviso. Extiende los brazos como alas y sale revoloteando ladera abajo; Perico es un espíritu libre que no se deja contaminar.
ResponderEliminarHe visto toda la escena dentro de un marco colorido.
Me ha gustado mucho.
Besos.
Pd. Lo de los buitres; buenísimo.
Perico el aguila a partir de ahora será mi héroe.Sonreir pese a que te intimiden,volar y al final que sea el perro el que parloté,sobre todo con tantos y tantos buitres.
ResponderEliminarAlicia, me ha parecido un relato precioso.
Un beso
ANDRES, millonazo de gracias por tu comentario !menudo bonito por dios!, muchísimas gracias... que libro tan fantástico Los Santos Inocentes ¿verdad?, y que maravilla de personaje creó Delibes con Azarías y su milana bonita... y no te digo nada de ese Juan Salvador Gaviota y las ansias de libertad, por encima de todo, contracorriente... la libertad. Sí, Perico -que ciertamente y de forma deliberada tiene nombre de pájaro- es un espíritu libre, un niño grande que efectivamente sabe volar... y vuela por Setenil, un pueblo en donde volar es un poquito más fácil que en ningún otro lugar.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, corazón: agradecidísima
Un besote gordo gordísimo
MIGUEL, millonazo de gracias por el comentario... que sepas que me ha encantao, y me ha recordado a cuando mis hijas eran pequeñas y yo les contaba en la cama cuentos que me inventaba, a ellas, particularmente les gustaban las historias de Periquín, un perro que hablaba y sabía sumar y restar sin equivocarse y era amigo de los gatos y ayudaba siempre a los más débiles y desfavorecidos... !qué recuerdos! ¿sabes?, mi hija la mayor que es muy imaginativa, estuvo tan convencida de que los perros hablaban que me decía que los oía, y hasta me daba pelos y señales de aquellas conversaciones caninas... cosas de la inocencia, ya sabes.
ResponderEliminarUn besote, de los gordísimos y sonoros.