Queridos míos, alejada cómo he estado estos dos meses del blog por, digamosle, razones estrictamente ajenas a mi voluntad, no he podido sin embargo -que bien que me hubiera gustao-, ser ajena a la lenta agonía del Sistema... llámese, a gusto de cada quien, estado constitucional, soberano, de las autonomías, del bienestar, marca España etc., el nombre es quizá lo de menos: el país en sí anda errante cual alma en pena, dando tumbos, hecho unos zorros, que da asquito verlo, ...y, hasta ni tartas ni gintonics.
!Tartas y gintonics!, podría resumirse en este lacónico slogan mi estado de desazón, desesperanza, desidia, desconcierto, desaliento, asco, indignación y vergüenza, pero lo malo es que no sólo es mío (único, personal e intransferible), lo más malo de lo malo, es que encima, resulta ser aglutinador de un malestar general, que casi parece se transmitiera perversamente como por esporas contaminando el aire, imposible desacirse de él, lo respiramos sí o sí, porque, no nos hemos preparado a nosotros mismos para una vida en la que todo nos resbale de dentro a fuera, y de fuera a más afuera, ¿y el antídoto?: -tartas y gintonics-, que de alguna manera hay que satisfacer la cuota de felicidad personal, y a ser posible, de forma fácil e inmediata... !nos han acotado tanto las parcelas productoras de felicidad, que a ver cómo salimos de semejante catarsis!.
Antes, nos generaba endorfinas tener un trabajo digno con un sueldo digno, tener una vivienda, tener buenos colegios para nuestros hijos, tener un transporte público ágil y cómodo, pasar por la universidad sin tener que dejar un ojo de la cara en el camino, tener un centro de salud cercano, y una sanidad pública, universal y garantizada, tener democracia y libertad o al menos creer que la teníamos, hoy, ¿qué fué de aquéllo?, ¿cómo se ha ido todo a la mierda tan estrepitosamente?.
Antes, teníamos una vivienda cuya hipoteca íbamos pagando con nuestros salarios, pero que ahora se ha vuelto contra nosotros, porque al no poder asumir su coste, además del desahucio, -que ha tenido que ser un Tribunal europeo el que nos diga que su procedimiento, y la Ley Hipotecaria en la que se basa, está lleno de clausulas de carácter abusivo e ilegal, aplicadas a saco por parte de las protegidísimas entidades financieras españolas-, pero seguimos teniendo una deuda con el banco que cada vez va incrementándose más y más a su favor (al del banco) y más y más a nuestra contra: sin piso y con deuda, osea, aquello del refrán "encima de cornudos, apaleaos", y veremos a ver, qué pica ponen en Flandes nuestros políticos, a la hora de trasponer la Sentencia a nuestro ordenamiento jurídico... soy bastante escéptica al respecto, lo siento, y pienso, que los bancos finalmente seguirán sumando más y más a su favor, y los desahuciados, más y más en su contra.
Antes, teníamos colegios para nuestros hijos con profesores que si enfermaban, eran sustituidos por otro profesor de la bolsa de interinos, colegios con calefacción, con comedor, con actividades extraescolares... ahora, tenemos colegios que "languidamente mueren" porque no hay para hacerles las obras de mantenimiento necesarias, colegios a los que directamente se les han suprimido servicios (comedor, actividades extraescolares, aula matinal), o mermado en facturaciones corrientes (luz, agua, limpieza, vigilancia), y en los que si el profesor cae enfermo, no se sustituye por nadie: que los niños se entretengan dibujando, que ya el profe de la clase de al lado les echará un ojito de vez en cuando, -que den o no den el programa, y sepan o no sepan, ya no es un objetivo: !viva la economía y la austeridad impuesta a machamartillo por doña Merkel!-.
Antes, teníamos hospitales donde te atendían con dignidad, teníamos incluso centros de salud con atención de especialidades, y teníamos recetas sin coste extra añadido y donde la medicación era asumida en parte por la administración sanitaria, incluso teníamos normas humanas en virtud de las cuales el que llegaba a los hospitales enfermo y sin papeles, era atendido y diagnosticado. Hoy tenemos indignación, médicos y personal sanitario con indignación, pacientes con indignación, y buitres oliendo a presa con el "negocio de la privatización"; hoy, la sanidad pública y universal, uno de nuestros más reputados logros de antaño, devaluada como nunca, se debate agonícamente en supervivencia, y es triste moneda de cambio pero sólo para quien puede pagarla.
Da asquito el país, con una clase política escandalosamente corrupta, con una familia real escandalosamente corrupta, con unos sindicatos escandalosamente anacrónicos y vendios, con una justicia escandalosamente lenta y sorda y ciega, una clase empresarial escandalosamente sin escrúpulos, con la navaja en la boca bailando al son del money money, y unos ricos, -los nuevos y los viejos-, llevándose el dinero a mansalva a cuentas suizas. Por no hablar del caso Bárcenas, -inconcebible en cualquier país serio e incluso medio serio-, y al que, aún veremos cobrando la indemnización por despido, y si no, tiempo al tiempo queridos, !oído cocina!!!.
¿Y qué nos queda?.
Personalmente estoy cansada de protestar, harta, con dolorosa jartura, agotada, afónica, y, para nada: todo sigue igual, o peor, y esta crisis institucional generalizada, atufa ya mucho más que a podrida... a puntito estoy literalmente de tirarme a las barricadas, al estilo Los Miserables.
!Basta ya!, !basta ya joder!, ni las tartas y gintonics tienen ya efecto placebo como satisfacción personal... !basta ya de tanto mamoneo, de tanta corrupción, y de tanta mediocridad!.