martes, 19 de junio de 2012

el rojo del amanecer





Lo supo con certeza el 19 de agosto de 2009, un poco antes de que dieran las tres de la tarde, se acordaba perfectamente: era miércoles, y un sol de justicia recalentaba el asfalto hasta derretirlo, todos en la calle, -vehículos y viandantes-, andaban con prisas a fin de dejarla cuanto antes y guarecerse en un lugar fresquito lejos de aquel calor abrasador e inmisericorde.
Matusalem García sólo pensaba en llegar a casa, quitarse el polo, el pantalón, los zapatos, y en calzoncillos, tumbarse en el sofá con un par de cervezas fresquitas; más justo cuando ya casi se le hacía la boca agua con tan gratas espectativas, el semáforo cambió a verde, aceleró la moto dispuesto a llegar a casa cuanto antes, y no la vió, ni siquiera le dió tiempo a darse cuenta, cuándo saltaba por los aires derecho a postrarse en el asfalto ardiente y derretido.
La furgoneta que se empotró con su moto frenó en seco, pero ya era tarde: Matusalem estaba despanzurrao en la carretera, oyendo el grito de estupor de la gente que había presenciado el accidente, y que se arremolinaba en derredor. Extrañamente, la única sensación que sentía era que todo se ralentizó de pronto, y que tiempo y personas giraban en torno a él a cámara lenta, y entonces lo supo, lo supo perfectamente: no iba a morirse, él no podía morirse. 
Con esa certeza que le emanaba justo de las entrañas, se levantó desatendiendo a los que habían acudido a socorrerle, que al unísono, le repetían con avidez y hasta con angustia, que no se moviera, que esperara a la ambulancia. Él sin embargo, se dirigió a su moto herida en el encontronazo, la puso en píe, y dejando a todos atónitos se marchó a su casa, un par de cervezas frías le estaban esperando.
Conforme se acercaba a la casa, notaba que se le desentumecía el cuerpo y la sesera, y que volvía a su ser, como si nada hubiera ocurrido. Ya en su salón y en calzoncillos, mirando la tele cervecita en mano, la noticia le sobrecogió; en la televisión, mostraban imágenes de las cámaras de seguridad de un banco, en cuya puerta había tenido lugar un terrible accidente, pero lo sorprendente -y noticiable- era que pese al golpe brutal, el motorista, que o bien se trataba de un descelebrado, o de alguien que tenía un par de güevos de a kilo y medio, se levantaba, cogía su moto, y se marchaba como si tal cosa.
No daban nombres y no se veía la cara del motorista, pero evidentemente hablaban de él...


(Os lo seguiré contando en la siguiente entrada)


domingo, 10 de junio de 2012

eh voilà



....y llegó el rescate, acabo de ver al Ministro De Guindos por la televisión, en una comparecencia con la prensa. Decía el Ministro -y repetía-, que el Gobierno español no ha pedido un rescate a la UE, sino que únicamente ha solicitado una ayuda financiera a Europa para sanear y recapitalizar a nuestras entidades financieras; pues bien querid@s, diga lo que diga el Ministro, él sabe, nosotros sabemos, y ellos (la Unión Europea) saben, que ésto es un rescate, un rescate de hasta 100.000.000.000 € que nos prestarán, -con sus respectivos intereses, claro está-, que nadie, ni nuestros solidarios socios europeos, dan duros a tres pesetas, ya me entendéis.
El rescate era la crónica de una muerte anunciada, pues nuestra economía (pese a recortes y reformas), iba de culo, cuesta abajo y sin frenos desde hacía tiempo, -ya sabéis, en argot técnico, la recesión-, y en consecuencia, ahora nos vemos rescatados, y pese a que el Ministro De Guindos -y el Gobierno entero, incluido el Presidente-, se esfuercen en no mencionar la palabra maldita (RESCATE), no por eso deja de serlo.
Hemos llegado al estigma de ser rescatados, y personalmente pienso, que el Gobierno haría bien en reconocerlo y hablar claramente de rescate, porque eso es lo que es, se le agradecería (por lo menos yo) que llamara al pan, "pan", y al vino, "vino", y dejara de maquillar términos y cantidades.
Estamos mal, económicamente mal, y encima, hastiados de tanta mentira, medias mentiras y medias verdades: esa cantidad mareante de ceros que van a inyectarle a los bancos, y que nuestros políticos nos venden que no va a tener que pagarla la sociedad española, no es creíble, por lo menos para mí no, -ni creo que para nadie-. Segurisima estoy de que esos cien mil millones de euros nos pasaran factura a los curritos de a pie, y si no, oído cocina, ya lo vereis.


Mil besitos gordotes !qué digo mil!, cien mil millones de besitos gordotes, no voy a ser yo menos que la UE.