sábado, 30 de abril de 2011

de mal en peor



Justo hace ya un año escribí este triste relato ¿os acordáis?...

El día uno de mayo la había levantado a las tantonas, no en vano era fiesta, y por consiguiente, podía remolonear en la cama hasta bien entrada la mañana... los pajarillos, piaban en una sinfonía alegre y desaforada tan diferente a esa de cláxones y automóviles que eran su despertar el resto de días laborables, !qué chulada despertarse a su amor, con los haces de luz filtrándose por las rendijas de las persianas y los pájaros con su alegre piar!, qué chulada, pensaba Isa mientras se giraba en la cama acurrucándose como un ovillo a la almohada...
Menuda manera de celebrar el día del trabajo -le vino de pronto a la cabeza con ironía-, pues las últimas cifras del paro eran angustiosas y alarmantes y alcanzaban ya al 20% de la población. Este pensamiento, detuvo su vagabundeo y la levantó de la cama: cogió su bata y se fue a la cocina con el libro que estaba leyendo y que dejó en la mesilla de noche antes de acostarse.
Mientras ponía la cafetera y se preparaba la tostada, pensaba en que no le apetecía en absoluto bajar al portal a coger de su buzón el periódico que estaría allí, como todos los días, esperándola... imaginaba que en la portada estarían Zapatero y Rajoy, y Fernández Toxo y Cándido Méndez, y la tradicional manifestación del 1 de mayo, e inmediatamente, decidió que no iba a dedicarles ni un minuto más de su pensamiento a semejantes dirigentes políticos y sindicales !ya está bien, el 20% de parados era una vergüenza absolutamente insoportable!

Pues he aquí que de entonces a acá, como en el título: de mal en peor, dolorosamente, angustiosamente, dramáticamente, de mal en peor... supongo habréis visto en el telediario la comparecencia del Ministro de Trabajo Valeriano Gómez dando las últimas cifras del paro en España: 4.910.200 !por Dios, que estamos rozando los cinco millones de personas en edad de trabajar, con necesidad de trabajar, que quieren trabajar, y no tienen dónde!, son casi cinco millones de dramas con nombre y apellidos, y estoy segura, que cada uno de vosotr@s conoce de cerca más de una de estas situaciones, a más de un drama con nombre y apellidos.
Y ante esta tesitura tan negra: ¿qué celebraremos mañana?, y ¿con qué esperanzas afrontaremos el futuro?


sábado, 16 de abril de 2011

matarile, rile, rile


Cuando yo era chica, recuerdo que jugaba a juegos hoy perdidos, y digo perdidos porque mis hijas (la siguiente generación), ya no los han jugado.
Los juegos de entonces siempre eran en la calle, al aire libre, y siempre en común, lo que forzaba -necesariamente- la interacción de todas las niñas y niños de la plaza, de la calle, o del entorno próximo del barrio. Uno de aquellos juegos consistía en ponerse en un corro o en una larga fila de a dos, y pasar por entre medias de los otros chiquillos o circundarlos, con las manos en la cintura y en una especie de saleroso paseillo torero a ritmo de cántico, y cantábamos:

¿Dónde están las llaves?
matarile-rile-rile
¿dónde están las llaves?
matarile-rile-ron
chimpón.
En el fondo del mar
matarile-rile-rile,
en el fondo del mar
matarile-rile-ron
chimpón.
¿Y quien bajará por ellas?
matarile-rile-rile
¿y quien bajará por ellas?
matarile-rile-ron
chimpón.
Bajará (Lucía, Victoria, Carmina, Jesús, Luis....
cada quien elegía a la niña o niño que quería que saliera a la
fila o al corro, y comenzaba de nuevo el cántico y el paseillo)


Este recuerdo de mi infancia, que estoy segura que much@s compartiréis, me ha venido a la cabeza al ponerle título al vídeo de esta entrada. Por favor, no dejéis de verlo, porque es tan sencillo hacer las llaves de tu casa, que da angustia pensar lo vendidos que estamos.





Mil besitos gordotes y feliz Semana de Pasión a tod@s

jueves, 7 de abril de 2011

La pradera de los gatos felices (el final)



Nos quedamos en que Trini, después de haber probado sus juguetes eróticos y haberse quitado la venda de los ojos, decide llevar a su amiga Reyes -ama de casa madurita como ella-, a La pradera de los gatos felices


Eran las cinco y media cuando Trini y Reyes, peripuestas, con los bolsos colgados en bandolera y cogidas del brazo, entraron en La pradera de los gatos felices, la tienda en ese momento estaba sin clientela y Mary, aprovechaba el impasse recolocando los artículos eróticos en las estanterías.

En cuanto las vió entrar, lo supuso, -psicología de una vendedora de sex shops, o mera intuición femenina, o ambas cosas a la vez-. Sin embargo, esperó a que Trini, -a la que por supuesto reconoció-, se dirigiera a ella y tomara la palabra. Trini, con desparpajo, de inmediato le presentó a Reyes, resumiéndole en un pis pas la situación: su amiga, como ella, estaba en la inopia misma del sexo, y era no solo de justicia sino también de caridad cristiana, darle una clase de juguetes eróticos, para que Reyes pudiera gozar -igual que ella-, de las solitarias mañanas de una ama de casa... y lo de solitarias mañanas lo dijo adrede con retintín, mientras medio le guiñaba un ojo a Mary, en señal inequívoca de complicidad... a Mary, la escena, que en otro momento y con otras interlocutoras le avivaría la perspicacia, le resultó sin embargo de una ternura casi maternal, y con su natural simpatía remató:


- Pues claro que sí, que siempre hay cosas nuevas por aprender y por descubrir, así que las alumnas, que vengan conmigo.


Y allá que se llevó de turné por cada rinconcillo de la tienda a Trini y a Reyes, que la miraban con ojos como platos, y le hacían preguntas que no sabía catalogar si de increíbles o de alucinantes, pero claro, cincuenta y nueve años eran cincuenta y nueve años, y absolutamente un honor para ella que aquellas dos mujeres que podrían ser su madre, pues eran chispa más o menos de la misma quinta que su madre, estuvieran allí queriendo aprender a disfrutar del sexo con juguetes eróticos; solo le faltó arengarlas con un: !fuera complejos, viva la liberación y el placer!, pero se contuvo y siguió con las explicaciones, sintiendo in crescendo una indudable corriente de simpatía y cariño especial por las dos.

Tras la lección, ambas alumnas salieron de la tienda con sendas bolsas que dejaban entrever la compra de productos de La pradera de los gatos felices.


Las visitas a la tienda, -que siempre eran por las tardes y recién abierta ésta- se hicieron habituales, y de cuando en cuando, las visitas traían compañía, y a la compaña, había que darle también un cursillo acelerao de sexo con juguetes eróticos... la relación de cariño de Mary hacía ellas y viceversa, se fue fortaleciendo y consolidando: eran sus chicas del club, y si transcurrían diez o quince días sin que pasaran por la tienda, Mary se preocupaba y las llamaba a casa, por supuesto, con claves convenidas para que nadie que las oyera pudiera sospechar de qué hablaban ni qué se traían de por medio.


Una tarde de sábado lluviosa, cuando Reyes, Trini, Ana y Paquita entraron a la tienda, se encontraron que en el rinconcito más bonito y coqueto, con letras cursivas en dorado, enmarcado en un cuadro se leía: "el club de las chicas de ayer", y bajo el letrero, colocados en estantes, los juguetes y productos más demandados por ellas, por sus chicas... las cuatro se quedaron boquiabiertas y le preguntaron a Mary que qué era aquello.
Mary, llena de orgullo y satisfacción, les dijo que unas reinonas como ellas, por supuestisimo que merecían tener su propio rincón, un lugar muy especial en la tienda. Las risas no tardaron en aparecer, y con las risas, los abrazos, achuchones, besos, y un unísono gracias Mary que les salió como si orquestado por el mismísimo Barenboim, coral y perfecto, y Mary, con esa sonrisilla maravillosa que siempre les dedicaba, les dijo:


- !Es que no merecéis menos!, y hasta podríamos abrir una página web: el club de las chicas de ayer por internet...


pero esa, será otra historia... otra historia querid@s, otra historia.