jueves, 30 de diciembre de 2010

cruzando los dedos, o de cómo puñetas se migra un blog


Llegó el fatídico día f, toca migrar el blog... ya os conté en una entrada anterior, en la que os pedía ayuda a ritmo de estribillo de canción de Tony Ronald, que, me había llegado un correito del equipo windows, en donde me comunicaban la agradable noticia de que inexorablemente (ya sabéis: o sí o sí), tenía que migrar el blog a WordPress.com, dado que Spaces se cerraba... el amable correito, me marcaba en negrilla los plazos de la dichosita migración: "hasta el 4-enero podrás publicar entradas, después de esta fecha, ya no podrás publicar, solo podrás ver el blog, y, en marzo, tu espacio se suprimirá", desaparecerá, ya sabéis: caput... y es por eso por lo que !eh voilà!, heme aquí, en plena mudanza migratoria, solventando como buenamente se pueda la extinción.

Más, como en ésto de la informática, la verdad no confío mucho en mí misma, y por aquello de si por si acaso la migración no me sale, tengo un plan B. Mi plan B consiste en otro nuevo blog que hace poco me he creado en blogger y gmail, al que no le afecte todo este tinglado de sitios... un blog nuevo en donde seguir publicando mientras solvento lo de migrar una a una todas las entradas que conforman éste.
El nuevo blog se llama algo contigo, y está en la siguiente dirección:


http://aliciapaym.blogspot.com/.


Hasta que no migremos éste, seguiré escribiendo en algo contigo !espero veros también ahí!... por fa, por fa, por fa....


Mil besitos gordotes


domingo, 19 de diciembre de 2010

primer amor (continuación)


Nos quedamos en:
- Tenga, señorita Teresa.

Y a mí, se me subieron de pronto a la cara todos los colores del mundo, no pude articular ni un simple gracias, y no sé como mantuve la tina viva, pues estaba en tal estado de pavitud, que no se me cayó de las manos de puro milagro.

- ja,ja,ja,ja, !ay abuela!, ¿y de verdad eras tan pava?

-Si hija, era pava, pava... con quince años estaba en plena edad del pavo, y, como dice tu madre, me faltaban unos cuantos hervorcitos.

Y nos pusimos las dos a reírnos a más no poder de aquellos amores que ponían colorá y mudita al mismo tiempo. Nos entró la risa floja, y así, entre risas, le pregunté a mi abuela:

- ¿Y que pasó, porque no seguirías pavita siempre, no?

Ella, todavía riendo me contestó:

- Pues el pavo aún me duró Inés, no creas que se me quitó a la primera de cambio, que no, pero, lo que son las cosas y la vida, hija, aquel amor primero fue breve, y me duró lo que se dice un suspiro, un suspiro al aire, y se acabó.

No sé explicarlo, pero sí que le noté a mi abuela un tono tremendamente nostálgico cuando recordaba aquel amor suyo por Fermín.

- La primera que se dió cuenta de todo fue mi tata. A Anselma era imposible que se le pasara por alto nada de lo que ocurría en la casa, fuera donde fuera -dentro, en los ultramarinos, o en el colmao-,... lo llevaba tó pa´lante.
Una mañana que salimos las dos a la plaza a comprar, me soltó a bocajarro:
"Andate con ojo niña, que como tu madre se entere se arma la marimorena, y muy capaz es de llevarte a un internao, fíjate lo que te digo Teresa... niña, no juegues con fuego. Fermín es un buen mozo pero viene de la inclusa, y tu padre tiene posibles... hazme caso por dios, que ese muchacho no es para tí, y deja los amores que todavía eres mu mocita, que ya vendrá un pretendiente en condiciones. No corras tanto, que hay tiempo pa tó".

Y ésto, me lo repetía infinidad de veces cada vez que estábamos las dos solas. Yo, no le decía nada, la escuchaba y la comprendía y tenía cuidado, pero mi madre, se terminó por dar cuenta de la situación, y de la noche a la mañana, sin darme explicación alguna, me hizo la maleta, y ella y yo nos fuimos para Carmona, a la casa de mis tías.
No tuve siquiera oportunidad de despedirme de Fermín.

Mis tias Engracia y María Jacinta eran hermanas de mi madre, las dos vivían juntas en la casa familiar, solas, rodeadas de recuerdos y de santitos por todos los rincones. Se pasaban la vida metidas siempre en casa, de la que solo salían para ir por la mañana a misa, y por la tarde de visita al convento de Las Descalzas, donde profesaba Sor Remedios, una cuñada de la tía María Jacinta.
El resto del tiempo lo pasaban limpiando, cuidando las macetas y las flores de patios y balcones, bordando, y rezando el rosario... ya ves Inés, una vida muy pía, y de lo más atractiva para una joven de quince años que lo que ansiaba era explorar la vida y descubrir los misterios del mundo, me decía mi abuela con marcado retintín.

-¿Y cuánto tiempo estuviste en Carmona con tus tías?, le pregunté yo mientras cogía la mano de mi abuela, en señal inequívoca de solidaridad con su desgracia.

- Estuve todo el verano, hasta pasada la vendimia, tiempo más que de sobra Inés, para comprender que, en la Sevilla de 1.951 una muchacha no se podía enamorar de cualquier mozo, sino solo, del que fuera conveniente para la familia según su fortuna y situación social.
Y lo aprendí Inés, vaya si lo aprendí... fueron meses amargos los que pasé enclaustrada en Carmona con mis tías, con la angustia de no saber cuando iba a volver a mi casa, e incluso si volvería, llorando y añorando a cada instante mi cuarto, mi cama, mis libros, mi tata, mis amigas, mi madre, mi padre, mi hermano, mi casa... vaya si lo aprendí Inés, ya lo creo que lo aprendí, que a la fuerza ahorcan.

Y cuando mi madre, casi a últimos de septiembre volvió a por mí, fui feliz, feliz de volver a verla y a abrazarla, feliz de salir del cautiverio y recuperar mi vida, feliz de volver... no hizo falta que mi madre me dijera ni media palabra, porque desde mi retorno, ni por un asomo se me ocurría a mí entrar en los ultramarinos o en el colmao, no volví a pasar por su lado, ni a verlo ni a hablarle.

- !Jolín abuela, qué triste!

- Sí hija, pero ya te he dicho que a la fuerza ahorcan, y no quería ni pensar que volvieran a llevarme a casa de las tías, a mí misma me había jurado cien mil veces, no dar pie a volver a la casa de Carmona.

- ¿Y qué fue de él?, pregunté tímidamente yo.

- Pues él estuvo tres años trabajando en mi casa, luego se marchó al servicio, lo mandaron a Ceuta, y allí perdimos su rastro. Supongo que seguirá con su vida, flijate Inés que yo siempre creí que como muerta, tendría todas esas ventajillas de los espiritus, ya sabes, lo de ir de acá para allá tranquilamente y sin que nadie te vea, enterándote de todo lo de los vivos, pero no, no es así hija, no creas que es fácil entrar y salir de este mundo, aparecer y desaparecer... sigo sin saber nada de aquel Fermín de mis años mozos.
Lo que sí que te digo es que siempre que pensé en él, lo imaginé trabajando en su propio ultramarino, casado y feliz en Ceuta, un lugar que aún hoy, se me antoja exótico y lejano.


lunes, 13 de diciembre de 2010

primer amor


Fermín

La primera vez que vi a Fermín fue en el patio de mi casa, recuerdo Inés que estaba de pie, muy agarrotao y tieso junto a D. Antonio, el cura párroco de Santa Catalina, la Iglesia donde me bautizaron y donde me casé, esperaban a mi padre para hablar con él.
Mi madre, enseguida los pasó al saloncito que teníamos para las visitas, y al momento de llegar mi padre, se salió, para volver con una botella de vino dulce y unas tejas de almendra; pero fíjate, lo que más recuerdo de todo aquello es que mi madre llevó el vino y las tejas en la bandeja de plata.
!En la bandeja de plata, Inés!, y es que no te puedes imaginar cómo mimaba mi madre aquella bandeja, jamás la usaba para que no se estropease, y siempre la tenía metida en la vitrina del saloncito, en el estante de arriba, junto a dos minúsculos jarroncillos de porcelana con rosas de plástico.
Cada sábado por la mañana, nos la hacía limpiar para que quedara "como los chorros del oro", yo nunca entendí muy bien aquella especie de refranillo de mi madre Inés, y cuando le preguntaba a mi tata Anselma que cómo eran los chorros del oro, ella, sin más miramientos me contestaba:

- "mu limpios, niña", venga, frota fuerte y no empaparruches tanto el algodón, porque se señalan los chorreones.

Anselma y yo limpiabamos la bandeja con algodón mojado en agua con bicarbonato, y la secábamos con trapos hechos de sábanas viejas... quedaba reluciente Inés, reluciente como los chorros del oro, !y ea, a la vitrina!.
Y no te lo vas a creer, pero el caso es que a mí me gustaba pasar por el saloncito y mirarla cómo relucía, ya ves tú que tontá... pero me gustaba Inés, !qué cosas!.

- ¿Y qué fue de Fermín después de aquel día?, pregunté yo de inmediato, para no dejar a mi abuela divagando y divagando.

Ella volvió al asunto: pues Fermín vino con el cura para presentarse a mi padre y que le diera trabajo en los ultramarinos, porque la verdad, mi padre y mi hermano Manolo ya no daban abasto entre la tienda y el colmao, y necesitaban un mancebo. Mi padre, había ido días atrás a la sacristía a decírselo a D. Antonio.

- ¿El qué había dicho tu padre en la Iglesia, abue?

Pues, que necesitaba un joven honrado y trabajador para que estuviese con él y con Manolo en la tienda y en el colmao, me contestó mi abuela.

- No lo entiendo ¿y para qué fue a decirlo en la Iglesia?, ¿porqué no puso un cartelito en la puerta de la tienda, abuela?.

- !Ay hija, entonces los tiempos no eran así!, en 1951 no se ponían cartelitos de se necesita mancebo. Entonces Inés, uno iba a la Iglesia, se lo decía al párroco, y él, te buscaba a la persona que necesitabas.

- ¿El cura?

- Si hija sí, el cura. Por aquel entonces los curas tenían mucho poder y todo el mundo les mostraba respeto, nadie osaba escantillarse, nadie. Además, conocían perfectamente a las personas y a las familias y, cuando recomendaban a alguien, ese, por increíble que parezca, resultaba ser siempre un excelente mancebo, ya ves, parecía como que por arte de magia, nunca erraban en la elección.

- Y Fermín se quedó a trabajar con vosotros ¿no?

- Sí, así fue. Justo al día siguiente se vino a vivir a casa. Dormía en el fondo del almacén, en una especie de cuarto que mi madre le había preparado con unas gruesas cortinas de cuadros verdes. Detrás de las cortinas, estaban la cama, el armario, la mesilla...

-!Pues anda que vivir en un almacén entre sacos de lentejas, de patatas y de chícharos!, solté yo impetuosa y con cierto tonillo despectivo.

- Bueno Inés, veras, allí realmente no vivía, allí solo dormía, el resto del tiempo estaba entre el colmao y la tienda... date cuenta hija, que entonces se trabajaba a destajo, sin horario.

- ¿Y tu te ibas con él por las noches al almacén?

- !Pero Inés, cómo iba a hacer yo una cosa así!, !anda y no digas barbaridades alma de Dios!, me dijo bastante desairada.

- A ver abuela, ¿no quedamos en que ese chico fue tu primer amor?

- Sí hija, pero nada tiene que ver lo de enamorarse, con irse con él por las noches, !absolutamente nada Inés, vamos niña: nada de nada!, pero es que nada.

Yo, -prosiguió al cabo de un ratillo mi abuela-, me enamoré de él porque era muy buen mozo, alto y guapo, y me miraba con aquellos ojos verdes que me llenaban de rubor y vergüenza, y un nosequé me subía de abajo a arriba por todo el cuerpo, que no podía remediar y que me gustaba; pero no cruzábamos palabra él y yo porque mi madre me lo tenía terminantemente prohibido.
Claro que, de vez en cuando y como quien no quiere la cosa, yo entraba en los ultramarinos pidiendo -siempre a mi hermano Manolo- un pocillo de harina, o un poquito de sal, o azúcar, o aceite... y pasaba a su lado y él me miraba con sus ojos verdes, y yo casi me derretía, pero me iba pa dentro con la harina, la azúcar, la sal o el aceite, sin decirle ni media palabra.
Sólo después de muchos meses, un día le dije:

- Fermín ¿me puedes llenar la tina de aceite?

Él, me cogió la pequeña tina de cristal que yo le estaba alargando, y muy presto la llenó de aceite. Al dármela, me sonrió mientras me decía mirándome a la cara:

- Tenga, señorita Teresa.


.... os lo seguiré contando en la siguiente entrada.

* Este, es un fragmento de "La abuela Teresa", os refresco la memoria:
La abuela Teresa nace en plena guerra civil, ha vivido una infancia y una juventud lo feliz que le dejaron los tiempos y sus circunstancias, y es justo en este momento (su juventud en la Sevilla de principios de los 50) donde se encuadra el relato.
Luego, ya sabéis por otras entradas que he ido colgando, que la abuela Teresa se casó, que tuvo una hija, y que su casa, pertenecía a una red de mujeres maltratadas, que murió en extrañas circunstancias y que sin embargo su nieta Inés, puede verla, puede hablar con ella y tocarla y besarla y abrazarla... Inés (que es la única que tiene acceso a esa otra dimensión de su abuela Teresa), decide escribir un libro contando la historia de esa abuela suya tan especial, al principio, ni su propia madre la cree, pero, tras leer lo que Inés va contando en el bloc, Valme -su madre-, se da cuenta de que lo escrito no puede sino venir de la persona que lo vivió: su madre, y es solo en ese momento cuando empieza a creer a su hija, aunque, por más que lo quiere, no consigue ver a su madre, la abuela Teresa solo se aparece a Inés... Inés, es el nexo entre ambas, y el hilo conductor de toda la historia.
El relato en verdad es muy largo, en puridad no es que sea un relato sino que es más bien un cuento, lo escribí este verano, durante las vacaciones, y ya os puse algún capitulillo: "Sangre", que hablaba de Anselma, una entrada de octubre.


sábado, 4 de diciembre de 2010

help, ayudame!!!




Help! ayudame, en tu amistad he puesto toda mi fe, help! ayudame, y tiendeme la mano, de un hermano...
Este es el estribillo de aquella famosisima canción de Tony Ronald, allá por los 70, aunque se sigue oyendo hoy día -oyendo, cantando y bailando-, pero además, es un grito de ayuda: mi grito.

Sí, resulta que estoy perdida, talmente que perdida, os cuento...
Cada vez tengo más problemas con mi blog, y encima él está literalmente lo que se dice en peligro de extinción, porque, desde hace un tiempo, recibo este mensaje que más o menos os transcribo:

"Estimado usuario de Windows Live Spaces (osea, yo)
nos dirigimos a tí para informarte que van a producirse una serie de cambios importantes en tu cuenta de Spaces. Nos complace ofrecerte un servicio de blog innovador y de primer nivel: WordPress.com.
Te ayudaremos a migrar tu blog actual de Windows Live Spaces a WordPress.com, por favor, ten en cuenta que el 16 de marzo de 2011, tu espacio actual se cerrará, y ya no podrás acceder a tu blog en Spaces ni migrarlo..."

Y no es por no migrar el blog, a ver, si se tiene que migrar, se migra, pero ¿cómo se migra un blog dios mío de mi alma?, porque, eso de te vamos a ayudar a migrar tu blog de Windows Live Spaces a WordPress.com es un cuento chino de blogger, de ayudar nasti de plasti, nada de ayuda, no he recibido nada de ayuda, y aquí estoy yo, perdida entre espacios virtuales y sin saber que hacer, y pidiendoos ayuda.

Por favor, si alguno sabéis como se migra un blog, se ruega echen una manita explicándome cómo hago para migrar el blog a WordPress.com, millonazo de gracias, de verdad, -y como marcan las fórmulas de cortesía y bien hablar-, favor por el que os estaré eternamente agradecida, por supuestísimo, !anda que no!.

Gracias y mil besitos